—¡Alicia! —gritó Bell.
Agarrando la barbilla de Alicia, Bell la obligó a mirarla a los ojos.
Bell podía ver el pánico y el miedo. Sabía sin lugar a dudas que algo terrible le había sucedido a Axel. Pero, fuera lo que fuera, Alicia también debía haberlo experimentado.
Su corazón latía con fuerza. ¿Qué podría ser? ¿Era Román? ¿Necesitaba Axel ayuda? Bell cerró los ojos y tomó una respiración profunda, conteniendo la avalancha de pánico. Se tragó su miedo por su hermano y se enfocó en cambio en ayudar a su familia.
—Alicia —dijo suavemente—. Necesito que me mires, que me veas, que escuches mis palabras.
Alicia no mostró señales de haberla escuchado.
Bell se pasó la lengua por los labios. No quería presionar a Alicia más de lo necesario, pero no veía otra opción.
—¡Alicia, tu familia está en peligro!
Alicia parpadeó y luego miró a Bell.
Bell respiró hondo; ahora tenía su atención.