El Punto de Quiebre

Eve

Había luchado contra esto. Luchado contra él.

Con palabras afiladas como dagas. Con miradas que podrían cortar acero. Con una pared construida tan alta que había jurado—jurado—que nadie, ni siquiera él, podría romperla.

Pero él lo hizo.

No con amabilidad. No con promesas bonitas o susurros de seguridad.

Había destrozado mis defensas con ira y hambre. Con la forma en que se interponía entre mí y las cosas que amenazaban con devorarla por completo desde adentro. Con la forma en que enfrentaba mi fuego con el suyo, chocando, quemando, consumiendo—hasta que ya no podía distinguir dónde terminaba el odio y dónde comenzaba el hambre.

Y ahora… ahora no me quedaba nada con qué luchar.

Sin fuerza para combatir la pena que me asfixiaba. Sin muros que sostener contra las sombras que intentaban arrastrarme.

Todo lo que tenía era él.