El aire cambió de golpe, como si una fuerza invisible lo aplastara todo. Una intensa presión invadió el lugar. La mirada de Morgan se endureció; su personalidad había dado un giro de 180 grados.
La mujer en el suelo temblaba, desconcertada. En su mente surgían preguntas sin parar.
-¿Quién es esta persona? ¿Por qué golpeó a ese Zorath?.
Pero la que más la atormentaba era:
-¿Me hará daño?).
Morgan la miró de reojo, con una seriedad que helaba la sangre. Su voz sonó fría,seria.
-Lo mejor es que vuelvas adentro... Las cosas están a punto de ponerse muy movidas por aquí.
Mientras hablaba, desvió la vista hacia la oscuridad del bosque. Entre las sombras, el Zorath emergió lentamente. Su cuerpo, grotesco y desfigurado, se regeneraba ante sus ojos. Los músculos se retorcían, volviendo a crecer, y la piel los recubría de nuevo en una escena nauseabunda.
-¿Por qué...? ¿Por qué hizo eso, caballero? Eso fue... de mala educación.
(Dijo el Zorath con una sonrisa burlona, aunque su voz seguía siendo fría).
Morgan no respondió. Solo se cruzó de brazos, manteniendo una mirada de absoluta superioridad.
El Zorath se detuvo a escasos metros de él. Aspiró el aire con fuerza, como si intentara reconocerlo.
-Noto algo diferente... Usted... no es usted.
(Dijo el Zorath, visiblemente confundido).
-¿Quién es usted?
(Su tono cambió a uno amenazante).
Morgan esbozó una sonrisa torcida.
-Nadie... Solo soy alguien que pondrá fin a toda tu mierda. Y tienes razón... Digamos que soy "alguien diferente". Dejémoslo en que... pedí las llaves prestadas.
(Dijo mientras se acomodaba el cuello con desdén).
-¿Ponerle fin a qué?
(El Zorath sonrió diabólicamente).
-Espera... no me diga que usted planea ayudar a esos animales.
El Zorath soltó una carcajada estruendosa que resonó por el bosque.
-¡Ah, ah, ah! Nunca me había reído tanto... ¿Uno de nosotros preocupado por esos animales? ¡Eso sí que es una buena broma!
(Decía mientras intentaba calmar su risa).
Morgan decidió seguirle el juego. Su sonrisa reflejaba pura arrogancia.
-Bueno, bueno... En mi familia nos enseñaron que los pequeños errores deben corregirse de inmediato. O tarde o temprano provocarán un error mucho mayor... Por lo que me temo, caballero, que su existencia es... un pequeño error. Y es mi deber... eliminar.
Antes de que pudiera terminar la frase, Morgan desapareció en un instante.
Un estruendo, como un trueno divino, sacudió el lugar. El impacto fue tan brutal que la zona tras el Zorath quedó calcinada.
El monstruo salió disparado como una muñeca rota, estrellándose contra un árbol. Su cuerpo, destrozado y chamuscado, desprendía un nauseabundo olor a carne quemada. Algunas extremidades habían sido completamente desintegradas. En su pecho quedaba un enorme agujero, cauterizado al instante.
Morgan permanecía en posición de ataque: de perfil, con el puño estirado hacia el frente. Suspiró y caminó lentamente hacia el Zorath, deteniéndose justo frente a él.
-¿¿Tú... acabar conmigo?? Por favor, no me hagas reír. Créeme... te habría convenido morir con el primer impacto.
(Dijo Morgan, con voz llena de superioridad y desprecio).
El Zorath, a duras penas, levantó la cabeza.
-Tal vez... si el otro sujeto siguiera al mando, tendría una oportunidad. Pero por desgracia... somos dos en uno. Y mientras yo tenga las llaves... ni tú ni nadie podrá acabar con nosotros.
( Dijo Morgan sonriendo,confiado)
Pero de repente, su cuerpo comenzó a brillar. La armadura, las antenas... toda su transformación se desvaneció en un parpadeo.
-¿Qué carajos...?
(Morgan miró sus manos, desesperado. Su expresión pasó de la confianza a una furia).
Justo en ese instante, un muro de sangre brotó del suelo frente a él, avanzando a toda velocidad. Morgan apenas logró dar un salto hacia atrás para esquivarlo.
El Zorath regeneró su cuerpo nuevamente. Esta vez, su voz retumbaba, llena de odio.
-Tú... ¡TÚ! Volviste a interrumpirme mientras hablaba... ¡Definitivamente voy a deshacerme de ti!
Morgan frunció el ceño. Entonces, vio algo en su brazo: un tatuaje en forma de reloj de arena había aparecido. Encima de él, unas palabras brillaban con luz dorada:
"Cincidela hudsoni: Tiempo de transformación: 4 minutos. Tiempo agotado. Tiempo de carga para nueva transformación: 10 minutos."
La furia estalló en sus ojos.
-¿¿Me estás jodiendo??
(Gritó Morgan, lleno de rabia).
Fin del capítulo.
Próximo capítulo: Carrera contra el reloj