Este mundo debe cambiar (cap 21 )

Morgan finalmente logró regresar a la granja. Caminaba con la cabeza agachada, repasando en silencio todo lo que había vivido desde su llegada a este mundo. Al levantar la mirada, vio a la mujer tirada en el suelo, totalmente inconsciente. Luego, sus ojos se enfocaron en el establo donde se encontraban los demás humanos.

Se quedó allí, inmóvil, observando en silencio, con una melancolía silenciosa recorriéndole el pecho, imaginando los horrores que esas personas debieron haber soportado.

Después de unos momentos, Morgan inhaló profundamente y exhaló con fuerza, golpeándose suavemente las mejillas con las manos.

-Bien.

( Dijo con firmeza )

Se acercó a la mujer, se agachó y la tomó en sus brazos con sumo cuidado, limpiándole el barro del rostro.

Morgan deseaba ayudarla, pero no sabía cómo. No entendía aún cómo funcionaban sus nuevas habilidades. Lo único que podía hacer era cargarla y llevarla junto a los demás humanos que seguían prisioneros en el establo.

Todos lo miraron con miedo e incertidumbre.

Cuando estuvo frente a ellos, puso a la mujer suavemente en el suelo. La niña, que también parecía herida, observó a Morgan fijamente, su mirada estaba cargada de confusión.

Morgan notó los grilletes que la pequeña llevaba en pies y manos. Curiosamente, aunque los grilletes seguían puestos, las cadenas que deberían unirlos no estaban.

Sin pronunciar palabra, Morgan se acercó lentamente a la niña, extendiendo sus manos para quitarle los grilletes.

La niña, asustada, retrocedió por instinto.

Morgan, al ver su reacción, sonrió con gentileza, aunque en su mente se libraba una amarga batalla interna.

Con paciencia, volvió a extender las manos, pero una vez más la niña se apartó temerosa.

Morgan entonces retrocedió un poco, bajando las manos para no intimidarla más. Pensó en cómo podría ganarse al menos un poco de su confianza.

Así que, en silencio, se agachó y empezó a quitarle los grilletes de las manos y los pies, lenta y pacientemente a la mujer que estaba que se encontraba inconsciente. Una vez se los quitó, los sostuvo en sus manos, mostrándoselos a la niña antes de apartarlos lejos.

La pequeña, confundida, observó atentamente la acción.

Morgan se acercó de nuevo, esta vez más despacio.

La niña, aunque recelosa, permitió que se aproximara lo suficiente como para quitarle los grilletes.

Con una sonrisa cargada de melancolía, Morgan los retiró.

Todos los prisioneros en el establo observaron la escena, atónitos. No podían creer lo que estaban viendo.

Uno tras otro, Morgan se acercó a los demás y, con la misma delicadeza, les quitó los grilletes.

Los humanos se miraban entre sí, incapaces de entender por qué aquel joven de cabello rosado les ofrecía su libertad.

Se quedaron en un profundo silencio... Hasta que fue roto por un débil susurro.

-Ah... ah... ¿qué pasó?

( Dijo la mujer, aún exhausta )

La niña, al verla despertar, corrió hacia ella y la abrazó llorando desconsoladamente.

-¿Qué pasa? ¿Qué sucedió?

( Preguntó la mujer, abrazándola con fuerza )

Cuando sus ojos se posaron en Morgan, el miedo la invadió. A pesar de sus heridas, se interpuso entre la niña y él, protegiéndola con su cuerpo.

Morgan, al verla, solo pudo murmurar, con una voz rota por la emoción:

-Me alegro...

( Dijo apenas audible )

Sin esperar respuesta, se apartó y salió del establo. Se dirigió hacia otro, un tercer establo que estaba a poca distancia.

-¿Qué pasó? ¿Estás bien?

( Preguntó la mujer, viendo a la niña )

-Sí... Estoy bien...

( Sollozó la niña )

La mujer bajó la mirada hacia sus manos y sus pies. Fue entonces cuando notó que ya no llevaba los grilletes.

Miró a su alrededor: no solo ella, sino todos los demás estaban libres. Los grilletes yacían ahora en el suelo.

-Eh... ¿por qué?

( Preguntó, desconcertada )

Un hombre, temblando, le respondió:

-Él... él nos los quitó a todos...

( Dijo el hombre, sin poder creerlo )

La mujer, confundida, trató de comprender. Recordó fugazmente cómo aquel joven parecía haberla protegido antes, y ahora los había liberado.

La idea de no entender a ese zorath de cabello rosado le causaba temor...

Pero su preocupación fue interrumpida cuando recordó el tercer establo: el que albergaba niños.

Cojeando, salió lo más rápido que pudo hacia la puerta de aquel establo, temiendo lo peor.

Cuando llegó, se detuvo en seco.

Allí estaba Morgan, sonriendo con dulzura, quitándoles uno por uno los grilletes a los niños.

Las fuerzas abandonaron a la mujer, que cayó de rodillas ante la escena.

La sonrisa de aquel joven... era distinta. No había malicia, no había segundas intenciones. Solo sinceridad.

Morgan terminó su tarea, salió del establo y caminó unos pasos.

Los niños lo siguieron tímidamente, y pronto también lo hicieron los adultos.

Todos estaban confundidos, sin saber qué hacer. Jamás habían conocido la libertad.

Morgan contempló la escena y suspiró.

Luego, sin decir nada, se dio media vuelta para seguir su camino.

La mujer, al ver que se alejaba, le gritó con todas sus fuerzas:

-¡¿Por qué?! ¡¿Por qué nos liberaste?!

Morgan se detuvo, miró sobre su hombro, y con una expresión de profunda tristeza, respondió:

-Porque nadie merece vivir así...

La mujer no comprendió. Ese joven era un enigma.

Reuniendo valor, preguntó otra vez:

-¿Qué... qué debemos hacer ahora?

( Dijo llevándose una mano al pecho y tomando a la niña con la otra )

Todos aguardaban. Esperaban, como siempre, órdenes.

Pero esta vez... era diferente.

Morgan se quedó en silencio por un momento.

El sol, emergiendo tras su espalda, bañó la escena con su luz dorada.

Con una sonrisa cálida, iluminada por el amanecer, Morgan respondió:

-No lo sé. Eso deben decidirlo ustedes. Ahora sus vidas les pertenecen... Son libres.

-¿Somos... libres?

( Preguntó la mujer, con lágrimas en los ojos )

-Sí. Son libres. Vivan como quieran a partir de ahora.

Morgan dio media vuelta y comenzó a alejarse, tomando el camino que lo llevaría hacia el reino más cercano.

Mientras caminaba, escuchó los sollozos de la mujer: un llanto desgarrador, nacido desde lo más profundo de su alma.

Otros la imitaron. Algunos cayeron de rodillas, y entre lágrimas, comenzaron a darle las gracias una y otra vez.

Morgan, sintiendo un nudo en la garganta y un dolor en el pecho, se llevó la mano al corazón, apretándolo con fuerza.

Con una expresión seria y una voz fría, murmuró para sí mismo:

-Este lugar... este mundo debe cambiar.

Fin del capítulo.

Próximo capítulo: Fallen Crown

Perdón por tardar tanto en publicar un nuevo capítulo tuve una semana algo complicada pero aquí está el nuevo capítulo y para los que estaban esperando en el próximo capítulo ya aparecerán las waifus que les prometí