Fukushū no Kage
Arco 1: Academia Shiroi
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El nombre del chico era Ryo Nakamura. Al día siguiente del encuentro en las escaleras, Haruto lo vio en el comedor, sentado solo en una esquina, con la mirada fija en la mesa. Aunque la sala estaba llena de estudiantes riendo y hablando, parecía que un muro invisible separaba a Ryo del resto.
—Es él otra vez —murmuró Haruto a Aya, quien estaba sentada a su lado.
Aya asintió, mirando a Ryo con preocupación. —¿Deberíamos hablar con él?
Antes de que Haruto pudiera responder, Mikasa se unió a la conversación. —¿Hablar con quién?
Haruto señaló discretamente hacia Ryo. —Ese chico. Creo que algo le está pasando.
Mikasa lo observó con atención, sus ojos oscuros llenos de curiosidad. —¿Qué tal si lo invitamos a sentarse con nosotros? Quizás eso lo ayude.
—¿Y si no quiere? —intervino Renji, siempre cauteloso.
—Solo hay una forma de averiguarlo —dijo Mikasa con determinación.
Un intento de conexión
Mikasa, con su habitual confianza, fue la primera en acercarse a Ryo.
—¡Hey! ¿Por qué no te unes a nosotros? —dijo con una sonrisa amistosa, señalando la mesa donde estaban Haruto y los demás.
Ryo levantó la vista, claramente sorprendido. Tardó un momento en responder.
—Yo... estoy bien aquí. Gracias.
—Vamos, no muerden. Bueno, excepto Yuta cuando tiene hambre, pero eso es manejable —bromeó Mikasa, ganándose una risa tímida de Ryo.
Finalmente, accedió, levantándose con cierta vacilación y siguiendo a Mikasa hasta la mesa del grupo.
—Hola —dijo en voz baja, sentándose al lado de Haruto.
—Hola —respondió Haruto con una sonrisa, intentando hacer que se sintiera cómodo. —Soy Haruto, y ellos son Renji, Yuta, Emi, Mikasa y Aya.
—Ryo Nakamura —murmuró el chico, evitando el contacto visual.
La conversación comenzó de manera un tanto incómoda, pero Mikasa, con su energía inagotable, logró romper el hielo. Poco a poco, Ryo comenzó a relajarse, aunque todavía parecía reservado.
La verdad detrás de la fachada
A medida que pasaban los días, Ryo comenzó a pasar más tiempo con el grupo. Aunque nunca compartía demasiado sobre sí mismo, Haruto y los demás notaron pequeños detalles: los moretones que intentaba ocultar, la forma en que se tensaba cada vez que alguien mencionaba a los estudiantes de tercer año, y la manera en que siempre miraba por encima del hombro, como si estuviera esperando que algo malo ocurriera.
Una tarde, después de clases, Haruto lo encontró solo en el patio trasero de la escuela, mirando al cielo con una expresión melancólica.
—¿Todo bien? —preguntó Haruto, sentándose a su lado.
Ryo no respondió de inmediato. Finalmente, suspiró. —¿Por qué te importa?
—Porque sé cómo se siente estar solo —dijo Haruto con sinceridad.
Por primera vez, Ryo lo miró directamente. Sus ojos estaban llenos de algo que Haruto solo podía describir como desesperación.
—No lo entenderías —murmuró Ryo, volviendo a mirar al cielo.
Haruto no insistió. Sabía que forzarlo a hablar solo lo alejaría. En cambio, decidió ofrecerle algo que él mismo había anhelado durante mucho tiempo: compañía.
—Bueno, si alguna vez necesitas hablar, aquí estoy.
La advertencia de Aya
Más tarde esa noche, mientras caminaba a casa con Aya, esta expresó sus preocupaciones.
—Ryo parece un buen chico, pero algo está claramente mal —dijo, con el ceño fruncido.
—Lo sé —admitió Haruto. —Solo quiero ayudarlo.
—Haruto... a veces, ayudar a alguien puede ser peligroso. Si está en problemas con los de tercer año, podríamos meternos en algo grande.
Haruto la miró, sorprendido por sus palabras. Aya era generalmente la más optimista del grupo.
—¿Entonces qué sugieres? ¿Que lo dejemos solo?
Aya suspiró. —No, pero tenemos que ser cuidadosos. Si realmente está siendo acosado, enfrentarnos a sus agresores directamente no es una opción.
Haruto asintió, sabiendo que tenía razón.
El principio del fin
La semana siguiente, los rumores sobre Ryo comenzaron a extenderse. Algunos estudiantes decían que había estado involucrado en una pelea con los de tercer año. Otros afirmaban que le habían robado dinero.
El grupo decidió investigar más a fondo. Mikasa y Emi hablaron con algunos estudiantes de su curso, mientras Renji y Yuta buscaron información en los pasillos. Aya y Haruto intentaron acercarse aún más a Ryo, pero este parecía más distante que nunca.
Finalmente, Mikasa logró obtener una pista: los nombres de los chicos de tercer año que parecían estar detrás del acoso.
—Kenta Hirose, Riku Tanabe y Daichi Sato —dijo, pronunciando los nombres como si fueran una maldición. —Son los mismos que siempre están causando problemas.
—Entonces tenemos que hacer algo —insistió Aya.
—Pero no sin un plan —advirtió Renji.
El grupo decidió que necesitaban pruebas antes de actuar. Sabían que se estaban adentrando en un terreno peligroso, pero ninguno de ellos estaba dispuesto a abandonar a Ryo.
Mientras Haruto caminaba a casa esa noche, no podía sacudirse la sensación de que algo terrible estaba por suceder....