Fukushū no Kage
Arco 1: Academia Shirol
...
La noche envolvia la ciudad en su manto de oscuridad, y los pasos resonaban silenciosos en las calles solitarias de Shiroi. Haruto, Mikasa, Yuta y Renji caminaban junto a Aya, sumidos en un silencio incómodo y denso. A pesar de estar juntos, una profunda tensión se entrelazaba en sus corazones.
-Tenemos que llegar a casa pronto susurró Mikasa, con los ojos rastreando cada sombra que pasaba.
El frío penetraba sus huesos a medida que avanzaban, y cada esquina parecía esconder un nuevo peligro. Haruto sentia el peso en su pecho aumentar, como si algo horrible se cerniera sobre ellos.
De repente, escucharon el eco de pasos que venían desde atrás. Lentamente, sus rostros se giraron al mismo tiempo, y ahí estaban: Riku Tanabe, Daichi Sato y Takuya Mori. Sonrientes, pero esta vez con compañía.
-No esperábamos vernos tan pronto, ¿verdad? -dijo Daichi, con una sonrisa gélida mientras se detenian frente al grupo.
Los amigos de Haruto intentaron dar un paso atrás, pero pronto otros cuerpos salieron de la oscuridad. Shun Takagi, Rina Kawaguchi, Emi Fujimoto y Aiko Matsuda estaban entre ellos, cada uno con un rol en su papel de tortura.
-No teníamos planes de jugar, pero ustedes parecían tan desesperados por seguir a ese chico-murmuró Rina, juguetona pero peligrosa.
Mikasa se interponía entre ellos, su voz temblando de furia contenida. No se atrevan a tocarlo.
Riku la miró con desprecio. -Oh, pero no tienes opción.
Los demás bullies rodearon al grupo, dejando poco espacio para escapar. Cada miembro del grupo temia lo inevitable: lo que vendria a continuación.
-No hay necesidad de peleas -dijo Renji, manteniendo la calma. -Déjenlo en paz.
-Demasiado tarde para eso -respondió Daichi, con la calma de un depredador frente a su presa.
Los ataques comenzaron como sombras en la oscuridad.
Mikasa fue la primera en caer, derribada y pateada sin piedad por Daichi y Shun. Yuta intentó intervenir, pero fue rápidamente superado por la fuerza bruta de Takuya y Emi, quien lo golpeó hasta dejarlo inconsciente.
Haruto grito, intentando proteger a sus amigos, pero su resistencia fue inútil contra tantos oponentes. Riku lo zarandeő, riendo mientras sus golpes llovian sobre él con brutalidad. La sangre brotaba de su boca mientras el chico caía al suelo, indefenso.
Aya trató de defender a Haruto, pero Rina la empujó contra la pared con brutal fuerza, dejándola retorciéndose en el suelo. La risa sádica de Aiko se escuchaba en la distancia, mientras los demás bullies continuaban su tortura.
Renji intentó proteger a Haruto con su cuerpo, su mente nublada por la desesperación. Pero su esfuerzo fue en vano. Un golpe certero en la cabeza, ejecutado por Takuya, le causó una caida brutal. Renji, aún consciente, suplicaba que se detuvieran mientras los demás lo pateaban repetidamente.
El chico afectado estaba indefenso en medio del caos. Golpes devastadores le caían como tormenta, y cada alarido de dolor solo parecía alimentar la furia de sus atacantes.
Mikasa, entre lágrimas y gritos, intentó arrastrarse hacia su amigo, pero fue interceptada por Shun, quien la derribó con violencia. La escena fue un infierno indescriptible, cuerpos tendidos y sangre mezclada con el polvo del suelo.
Los ataques continuaron hasta que el chico afectado dejó de moverse por completo. Su cuerpo quedó inmóvil, una máscara de agonía en su rostro pálido. Los otros miembros del grupo lloraban sin consuelo, aterrorizados, viendo el cruel final.
Riku se detuvo por un instante, mirando al grupo con una expresión fría y vacía. -El juego ha terminado. Nos encargaremos de limpiar esto.
Los bullies desaparecieron en la oscuridad, dejando solo el silencio y el eco de los gritos amortiguados.
Haruto se arrodilló junto al cuerpo sin vida de su amigo, soliozando amargamente, mientras los demás lloraban a su alrededor, incapaces de procesar el horror que acababa de suceder.
El mundo estaba en silencio, y el peso de la tragedia era insoportable. Solo quedaba la sombra de lo irremediable, la lección brutal que la Academia Shiroi había impuesto sobre ellos.
El mundo estaba en silencio, y el peso de la tragedia era insoportable. Solo quedaba la sombra de lo irremediable, la lección brutal que la Academia Shiroi había impuesto sobre ellos.
Haruto apretó los puños con fuerza, su cuerpo temblando no solo por el dolor físico, sino por la impotencia que sentía al haber sido incapaz de salvar a Ryo. Las lágrimas caían de sus ojos mientras juraba en silencio que esto no quedaría así.
Sus amigos, a su alrededor, compartían el mismo sentimiento. El miedo, la culpa y el odio se entremezclaban en sus corazones mientras el frío de la noche los envolvía.
En ese momento, sin que ninguno lo supiera, algo había cambiado dentro de Haruto. Una chispa oscura había comenzado a arder en su interior, una que no se apagaría hasta que se hiciera justicia.
Fin del Volumen 1
La tragedia apenas comenzaba, pero con ella también nacía una promesa: la sombra de la venganza estaba destinada a crecer y envolver todo a su paso.