El aire a su alrededor se llenó de un zumbido eléctrico. Ari abrió los ojos lentamente, sintiendo que el suelo bajo sus pies no era sólido, sino una estructura metálica que vibraba ligeramente. Al mirar a su alrededor, se dio cuenta de que estaban dentro de una red inmensa, un intrincado entramado de cables y paneles holográficos que se extendían más allá de lo que podía alcanzar la vista.
Danthor flotaba cerca, su luz parpadeando de forma inestable.
—Esto no es el mundo físico. Estamos en la red interna del Mega.
—¿El Mega? —Ari se frotó los ojos, intentando procesar lo que veía.
—Es el corazón del dominio de Hacker
—explicó Danthor—. Un espacio digital donde controla todo. Si estamos aquí, significa que estamos cerca de su núcleo… pero también de su trampa más peligrosa.
De repente, una voz metálica resonó por toda la red.
—Bienvenidos a mi dominio, pequeñas molestias. —La voz de Hacker sonaba más robótica, como si estuviera fusionada con el entorno—. Me han impresionado, debo admitirlo. Pero aquí, en mi red, soy omnipresente. Todo lo que ven, escuchan y tocan me pertenece.
—¡Muéstrate! —gritó Ari, desenfundando su arma. Pero al disparar, el proyectil se desvaneció antes de impactar en cualquier superficie.
Hacker rió, un sonido que vibró en los paneles holográficos.
—Aquí, tus juguetes no sirven de nada, Ari. Este es mi mundo.
Danthor se movió rápidamente hacia Ari, interponiéndose entre él y un panel que comenzaba a brillar con intensidad.
—Ari, cuidado. Este lugar está vivo. Cada cable, cada luz, puede ser una trampa. Debemos movernos con cuidado.
—¿Moverse? —Ari miró a su alrededor—. ¿Adónde? Todo se ve igual.
Danthor analizó el entorno, sus destellos volviéndose más rápidos.
—La red tiene un patrón. Si seguimos los pulsos de energía más intensos, nos llevarán al núcleo. Es nuestra única oportunidad de enfrentarlo.
—¿Y cómo sabemos que no es otra trampa? —preguntó Ari, aún con el arma en la mano.
—Porque Hacker no espera que lleguemos tan lejos, —respondió Danthor—. Y si lo hacemos, lo sacaremos de su terreno de juego.
De pronto, el suelo metálico bajo ellos comenzó a desaparecer en segmentos, revelando un abismo infinito lleno de destellos digitales. Ari saltó hacia un panel cercano justo a tiempo para evitar caer.
—¡Está destruyendo el camino!
—No está destruyendo, —corrigió Danthor—. Está reconfigurando. Quiere que nos perdamos.
Unas líneas de energía roja comenzaron a extenderse por el espacio, formando una especie de barricada que bloqueaba el paso hacia el núcleo. Desde las sombras digitales emergieron figuras humanoides hechas de códigos fluctuantes. Sus ojos brillaban con un rojo intenso mientras se acercaban lentamente.
—¡Sus defensas! —gritó Danthor—. ¡Prepárate, Ari!
—¿Con qué? ¡Mi arma no sirve aquí!
Danthor se iluminó con un destello más fuerte.
—Usa tu ingenio. En este lugar, las reglas no son las mismas. Piensa fuera de lo convencional.
Ari respiró profundamente, observando a las figuras que se acercaban. Luego miró a su alrededor, buscando algo que pudiera usar. Notó que los paneles holográficos parpadeaban con un ritmo específico, como si fueran teclas de un teclado gigantesco.
—Danthor, esos paneles… ¿podemos controlarlos?
—Es posible. Si sincronizamos el flujo de energía, podríamos desactivar sus defensas.
Ari corrió hacia el panel más cercano, tocándolo con las manos. Al principio no ocurrió nada, pero al enfocarse, sintió un leve pulso, como si el panel respondiera a su intención.
—¡Lo tengo!
—¡Hazlo rápido! —gritó Danthor, flotando frente a las figuras humanoides para ganar tiempo.
Ari movió sus manos sobre los paneles, tratando de seguir el ritmo de los pulsos. Cada vez que acertaba, una línea de energía azul se extendía, contrarrestando las barreras rojas que Hacker había creado. Las figuras comenzaron a titubear, como si su conexión con el entorno se debilitara.
—¡Continúa! —dijo Danthor, ahora rodeado por las figuras.
—¡Estoy tratando! —Ari sudaba mientras movía sus manos rápidamente, sincronizando los pulsos de los paneles. Finalmente, con un último movimiento, una onda de energía azul recorrió todo el espacio, desintegrando las figuras y las barreras rojas.
Hacker volvió a reír, aunque esta vez con un tono de irritación.
—Veo que están decididos. Muy bien. Pero lo que les espera en el núcleo hará que deseen haberse quedado atrapados en la ilusión.
El camino hacia el núcleo se abrió frente a ellos, una escalera de luz que parecía infinita. Danthor se volvió hacia Ari.
—Esta es nuestra última oportunidad. No habrá margen para errores.
Ari asintió, recobrando el aliento.
—Entonces vamos. Si Hacker quiere jugar, jugaremos hasta el final.
Juntos, comenzaron a ascender por la escalera de luz, mientras el entorno vibraba con energía creciente. La batalla final contra Hacker estaba cada vez más cerca.