El Núcleo del Mega

El ascenso por la escalera de luz parecía interminable. Cada peldaño pulsaba con un brillo eléctrico, resonando con los latidos de Ari, que sentía cómo la tensión crecía a cada paso. Danthor flotaba a su lado, su luz más tenue, como si el propio entorno drenara su energía.

—¿Estás bien? —preguntó Ari, preocupado.

Danthor parpadeó débilmente.

—Estoy bien… por ahora. Pero este lugar me afecta más de lo que esperaba. El Mega no es solo un sistema; es un parásito que consume todo a su alrededor, incluso a mí.

Ari apretó los puños.

—Entonces terminemos con esto rápido.

Al llegar al último peldaño, una puerta colosal se materializó frente a ellos. No era una puerta tradicional, sino un vórtice de energía girando con patrones fractales, como si el propio tiempo y espacio se retorcieran en su interior.

Danthor miró el vórtice con seriedad.

—Más allá de esto está el núcleo de Hacker. Prepárate para lo inesperado. Aquí las reglas cambian… y la realidad podría no ser lo que parece.

Ari asintió, y juntos cruzaron el umbral.

El cambio fue inmediato. Se encontraron en un vasto salón flotante, suspendido en un vacío infinito. Torres de datos giraban lentamente en el horizonte, y fragmentos de código caían del cielo como copos de nieve digital. En el centro, una figura aguardaba: Hacker.

Su apariencia era distinta ahora. No era un ser humano ni una simple proyección. Era una amalgama de cables, fragmentos de metal y destellos de energía pura. Su rostro cambiaba constantemente, adoptando formas conocidas y desconocidas, como si quisiera confundirlos.

—Finalmente llegaron —dijo Hacker, su voz resonando con un eco que parecía venir de todas partes—. Debo admitir que han superado mis expectativas.

Ari dio un paso adelante, con la mirada firme.

—Se acabó, Hacker. No importa cuánto intentes controlarlo todo. Hemos llegado hasta aquí y no vamos a rendirnos.

Hacker soltó una carcajada distorsionada.

—¿Rendirse? ¿Crees que esto es una lucha? Esto es un experimento. Ustedes son solo variables en una ecuación que ya he resuelto.

Con un movimiento de su mano, el suelo comenzó a fracturarse. Ari y Danthor cayeron, pero no hacia abajo, sino hacia los lados, como si la gravedad misma hubiera sido reescrita. El escenario cambió rápidamente. Ahora estaban en un bosque, luego en una ciudad en ruinas, y después en un desierto interminable.

Danthor gritó:

—¡No es real! ¡Es una ilusión! ¡No dejes que te controle!

Ari cerró los ojos por un segundo, concentrándose. Sentía que su mente luchaba por aferrarse a la realidad, pero ¿qué era real en este lugar? Recordó las palabras de Danthor: "Piensa fuera de lo convencional."

—¡Si esto es una ilusión, entonces puedo cambiarla! —gritó Ari.

Abrió los ojos y se enfocó, imaginando un lugar donde tuviera el control. De repente, el escenario cambió de nuevo. Ahora estaban en un vasto campo abierto, con un cielo estrellado sobre ellos. Hacker parecía sorprendido por un instante.

—¿Cómo…?

—No eres el único que puede jugar con la realidad —respondió Ari, con una sonrisa desafiante.

Hacker rugió de furia y lanzó una oleada de energía hacia ellos. Ari esquivó, mientras Danthor, usando sus últimas fuerzas, creó un escudo de luz para protegerlos.

—¡Debemos destruir el núcleo! —gritó Danthor—. ¡Es su punto débil!

Ari miró alrededor y vio un destello de luz roja en el horizonte: el núcleo del Mega, un orbe pulsante rodeado de anillos de energía.

—¡Vamos! —gritó Ari, corriendo hacia el núcleo.

Hacker lo persiguió, lanzando ataques que distorsionaban el espacio a su alrededor. Ari esquivaba, saltando entre fragmentos de la realidad que colapsaban. Finalmente, llegó al núcleo.

Sin pensarlo, Ari canalizó toda su voluntad y golpeó el núcleo con sus manos. No fue un golpe físico, sino un impacto de pura determinación. El núcleo comenzó a agrietarse, liberando destellos de energía descontrolada.

Hacker gritó con desesperación.

—¡No! ¡Esto no es posible! ¡Yo soy el Mega! ¡YO SOY LA REALIDAD!

Con un último estallido de luz, el núcleo se fragmentó en mil pedazos. Todo el entorno comenzó a desintegrarse, arrastrando a Hacker con él.

Ari sintió que caía… y luego, todo se apagó.

Cuando abrió los ojos de nuevo, estaba en el mundo real. Danthor flotaba débilmente a su lado, pero sonreía.

—Lo hicimos…

Ari sonrió, agotado pero victorioso.

—Sí. Lo hicimos.

Pero en lo más profundo de la red, una pequeña chispa de código permanecía activa, invisible para todos… esperando.