I
Monólogo Kaito
"¿Y si diéramos, si tan solo diéramos un minuto de nuestro tiempo para ayudar a otros?" Eso era algo que Scarlet solía decirme…
Cuando estaba en el salón de clases sentado al lado de la ventana, al fondo del salón…
A veces solía ver desde esa misma ventana, como golpeaban a los que llamaban "raros" o a compañeras diciéndoles cosas horribles a las que llamaban "Amigas".
Los amenazaban para que hicieran lo que les pedían…
Por un momento me levanté con la "convicción" de ir a ayudar; sin embargo, volví a sentarme, pensaba que no ganaría nada metiéndome en esos problemas. Pero Scar me dijo: "Qué fácil nos tocó". Ella se sentaba justo delante de mí… Me quedé mirándola, pero no recuerdo qué expresión tenía. Ella sí se levantó y logró parar todo conflicto de ese día, cosa que yo no habría podido lograr.
II
Kaito, Hanae, Beatrice y Rin, ya se encontraban en la ciudad. La niña estaba emocionada y él curioso por explorar el lugar. Los dos iban tomados de la mano mirando el entorno en donde había muchas casas, tiendas y sobre todo gente. Era normal debido a que era la localidad con mejor comercio del reino.
Fretaella de Eris era una ciudad en las cercanías de la Capital Real, Neveral. Parte de su nombre provenía del río que pasa por la ciudad, el Río Eris. No sobrepasaba a los 12.000 habitantes, una ciudad así podría abarcar las 100 hectáreas o más. La diferencia con otras ciudades es que esta no tenía una ciudadela. Bueno eso fue lo que le había explicado Beatrice antes de partir.
Kaito miraba a su alrededor con asombro, a pesar de que todas las miradas estaban sobre él y escuchaba a la gente murmurar cosas cómo: "Mira que extraña su ropa", "¿De dónde será?, ¿Será extranjero?", "Que rara forma de vestir". Como había dicho Beatrice, a nadie le importaba el brazo artificial de Kaito, porque su apariencia llamaba más la atención.
—¡Wow! realmente parece un lugar de fantasía! —dijo ignorando todos los comentarios a su alrededor.
—¿Cómo? —preguntó Beatrice con curiosidad.
—¡Ah, no! Nada, olvídalo…
La chica embrollada con el inusual actuar del joven, simplemente lo dejó pasar.
El joven miraba con curiosidad hacia una gran torre que había por ahí. Estaba a la vista de cualquiera que viviera en ese lugar. Al verlo tan curioso, Beatrice reaccionó:
—¿Te llama la atención?
—Ah… Sí, un poco…
—Se llama "La torre de Eris". Como Fretaella está tan cerca de la capital, uno puede verla desde lo alto de la torre, creo, tal vez…
—Otra vez con eso… —comentó decepcionado el joven.
—Es que yo nunca he subido —se excusó Beatrice un tanto molesta.
—Bueno actualmente se usa como medio turístico, así que hay que pagar para subir, pero antes se usaba por razones militares aparentemente…
La torre no era especialmente espectacular, parecía tener una campana. Lo que sí era increíble era su gran altura, unos 50 metros ¿tal vez? Bueno, lo que importaba es que era muy grande.
—Rin ¿Tienes el portal que te entregué?
—Sí, señorita —dijo la criada mostrando que en la palma de su mano tenía un pequeño cubo transparente con bordes dorados.
—¡Esa cosa es realmente útil! —dijo Kaito observando el objeto.
Antes de entrar a la ciudad, Kaito y las demás habían llegado por un portal usando uno de estos cubos de la familia Novatrável, era la razón por la que tenían tanto éxito y dinero. Esos pequeños cubos fáciles de guardar en el bolsillo, los podían llevar a lugares específicos como ciudades o pueblos. Tenían el famoso nombre de "Portales de bolsillo".
—¿Y qué? ¿Esos portales los venden en alguna tienda o algo así?
Beatrice movió la cabeza a ambos lados negando su pregunta y dijo:
—No, no son objetos para estar comerciando en una tienda. Son muy peligrosos, por lo que sólo clientes específicos pueden realizar los pedidos y mis hermanos gestionan su uso.
—Ah, claro tiene sentido.
—Además le pedí a mi hermano, que los preparase previamente para la ocasión, solo hizo dos. Quiere evitar a toda costa que se nos pierdan.
Kaito lo pensó con más profundidad, y claro, para él tenía sentido que tuviesen cuidado al comercializar ese tipo de objetos, ya que puede teletransportar un gran número de personas a un lugar peligroso, o incluso ejércitos.
Y le hizo sentido que no se lo pasaran a él y sí a Rin. Él probablemente podría terminar perdiéndolo: "! Qué poca confianza, ¿no?!" Eso exclamó en sus pensamientos.
Bueno teniendo en cuenta que, en su mundo, perdía su celular frecuentemente, encontrándolo siempre en los lugares como el baño o debajo de la cama; pensó que ellas, aunque desconocían su comportamiento, había tomado una buena decisión al no confiarle el portal de bolsillo.
Por otro lado, también estaban las "Monedas Aladas"
—Por cierto, gracias por las monedas… ¡Aunque no sé qué podría comprarme, la verdad!
Por otro lado, Kaito creía que tal vez podría haber estudiado con anticipación el uso de las monedas, ya que como recién estaba aprendiendo a leer cabía la posibilidad de que lo estafasen; pero bueno Rin estaba ahí para ayudarlo.
—Despreocúpate Kaito, recuerda que estás bajo nuestro cuidado —dijo contenta— Y… Tal vez, podrías comprarte ropa para cuando quieras pasar desapercibido.
—Mmm… Podría ser una buena idea —dijo pensativo.
—Rin, compremos las especias y los suministros que necesitamos y… ¡Luego comamos algo! ¡¿Sí?! —dijo contenta.
—Como desee, señorita.
III
Recorrida gran parte de la ciudad y al escuchar a los comerciantes intentar vender a viva voz cosas que claramente eran una estafa, Kaito lo comparó con ir a la feria; pero aquí eran claramente embaucadores. Aunque sí le parecía más llamativo e interesante, basado en su nula experiencia, ya que con suerte salía a comprar el pan.
—¡Muchas gracias! ¡Son Increíbles! —dijo la pequeña Hanae, refiriéndose a Kaito y Beatrice.
Poco antes de ir a comer habían ido a una tienda de ropa de la cual salió Hanae junto a Rin, luciendo un hermoso vestido que destacaba por sus colores blanco y rosa. Tenía una cinta en la cintura de un tono rosa más oscuro al igual que su escote con vuelitos. También lucía unos lindos botines blancos. Todo era perfecto para Hanae, ya que combinaba muy bien con su pelo y sus ojos.
Hasta ese momento, la pequeña había estado usando ropa de Beatrice que tenía guardada desde cuando tenía su edad.
Rin se puso detrás de Beatrice y Kaito…
—¡Te ves muy adorable! —comentó Beatrice.
Kaito se colocó de cuclillas a la altura de Hanae y dijo, alzando sus manos:
—¡Te ves increíble!
La niña sonriendo, igualmente sostuvo sus manos sobre las del joven.
Para la mayoría de las personas, ese momento sería visto como algo "adorable"; sin embargo, alguien estaba impactada, tal vez disgustada.
El único detalle en el que se fijaron los rojizos ojos de Rin fue el contacto entre la mano de Hanae y el brazo izquierdo de Kaito, "El brazo maldito".
Por un momento, se quedó en las nubes.
Y tan solo por un instante recordó algo. Se vio detrás de unas rejas, encadenada de las muñecas sosteniendo del otro lado de los barrotes unas pequeñas manos "malditas". Y una voz que preguntó: "¿Estás bien Rin?".
Rin estaba boquiabierta, inundada en su pensamiento, por eso no se dio cuenta de que no dejaba de mirar como ambos sostenían sus manos.
—¿Pasa algo Rin? —preguntó Kaito, logrando que la criada volviese en sí.
Los tres la estaban mirando.
—Ah… No, no es nada…
—Ah…
—Gracias a ti también, Rin, ¡por acompañarme! —dijo Hanae con ternura.
La única respuesta de Rin fue una ligera sonrisa…