“3/4 DE DESTINO” [PARTE 2]

Luego de eso y de comprar suministros y especias, fueron directo a una posada. Después de comer, ya era tarde y Hanae ya estaba cansada y con sueño.

—Bueno yo me iré a la mansión con Hanae, ¡no tarden mucho en volver! —sugirió Beatrice.

—Sí, y por favor cuida a Hanae —dijo Kaito, mirando a la niña.

—Por supuesto —dijo Beatrice y dirigió su mirada hacia la criada— Rin, vuelvan usando el portal, tengan cuidado.

—Tendré cuidado… —dijo la criada haciendo una reverencia a su ama.

Beatrice usó el cubo que tenía y abrió un portal hacia la mansión, y se llevó a Hanae con ella.

Cuando ambas partieron Kaito percibió un sentimiento de tristeza viniendo de Beatrice, que lo dejó preocupado y pensativo.

—¿Por qué quiere seguir en la ciudad? —preguntó Rin interrumpiendo sus pensamientos.

—¡Ahhh! Sí, porque hay cosas que quiero comprar y quiero conocer más este lugar —dijo cuando volvió en sí.

—Mmm ya veo…

—Beatrice es muy amable, nos pasó mucho dinero para comprar cosas, buscaré algo más para Hanae… Supongo —dijo Kaito y luego su voz se volvió titubeante y temblorosa—. Pensé que tal vez tu querrías algo… ¿Qué piensas?

Rin estaba confundida por la repentina propuesta del joven.

—No se moleste… ¿Por qué, mejor, no se compra cosas para usted mismo?

—No tienes por qué ser tan cerrada puedes pedirme lo que quieras… —dijo el joven y al mismo tiempo pensó: "¿Por qué estoy diciendo esto?

—Le digo que no quiero nada…

—Pero…

De repente Rin cambió la expresión en su rostro, no era necesario tener el Deja Vu para darse cuenta de que estaba molesta.

—¡Deje de insistir! ¡¿Qué es lo que intenta conseguir?!

Luego, hubo un pequeño silencio y Rin suspiró.

—Me disculpo por haber levantado la voz, pero a menos de que sea una orden seguiré rechazando su oferta…

Rin se dio la vuelta, al no recibir ni una respuesta del joven.

La noche estaba cayendo y la ciudad era predominada por un azul oscuro profundo.

—¿Por qué? —se volvió a preguntar a si mismo el joven.

Él dio pasos largos hacia Rin que le había dado la espalda, elevó su brazo izquierdo a la altura de la mirada de la Criada. Ella miró a su derecha y en sus rojizos ojos se reflejó la imagen de ese grotesco brazo… 

—¡Le dije que no acerque eso hacia mí! —gritó Rin asustada y alejándose de Kaito.

Eso llamó la atención de las pocas personas que había alrededor, pero Kaito se disculpó rápidamente con la gente y no le dieron más importancia.

—¡Disculpa Rin! No fue… —dijo mordiéndose la lengua.

—No sé qué es lo que quiere saber… ¡No, sé que ya lo sabe! —exclamó Rin asustada y molesta al mismo tiempo.

El joven se quedó paralizado ante la actitud de la criada.

—Me disculpo por mi falta de respeto, al fin y al cabo, es mi deber servirle —dijo Rin aun titubeante y retomó de a poco una postura más segura, pero sin perder su enojo—. Pero, es evidente que no sabe nada ¡Que no sabe qué es lo que está intentando conseguir!

La intuición de Rin era la correcta, durante todo este tiempo había solo una persona que a Kaito le inquietaba, esa era ella.

Luego de hablar con Beatrice de ese tal clan conocido como "Demonios de Hierro", Kaito se podía hacer una idea, pero no era capaz de expresarlo en palabras. Eso es a lo que algunos llamarían "Cobardía".

—Este mundo, las razas, los principios, la magia… Pasados… La maldad…. ¡Ud. no sabe nada de este mundo!

Él se sentía dolido por la forma de hablar de Rin, pero además por lo que "Deja Vu" le transmitía… "Pena", "Dolor…". Sentimientos que no eran de él…

—Apertura del maná de Neoma… —susurró Rin y le preguntó— ¿Recuerda lo que le dijo Naomi? ¡Que la magia de uno dependía de su experiencia infantil!

Él lo recordaba, lo sabía, pero no quería responder. "Prender la luz a veces podría mostrar lugares más oscuros".

Hasta cierto punto Kaito sabía qué podría significar, pero le daba miedo estar en lo correcto.

Rin alzó su brazo derecho, este empezó a brillar en azul debajo de la muñeca, desde ahí brotó de repente una cadena, que parecía estar dañada y que llegó a tocar el suelo.

—¿Sabe, lo que esto significa? —preguntó Rin.

Ignorante, así se sentía el joven. Su mirada solo reflejaba que estaba horrorizado.

Pero eso no quería decir que no supiera lo que significaba aquello que Rin le estaba mostrando, "Esas cadenas"

La nieve caía…

No obstante, el joven no se atrevía a responder ni una sola pregunta…

—¡Esto refleja mi experiencia infantil! —exclamó Rin al ver que su amo no respondía.

Pero escuchar eso corroboró sus sospechas, palabras que Rin estaba a punto de revelar:

—Yo era una esclava… Se llaman "Demonios de Hierro", un clan malvado, sin corazón. Un clan de "humanos" que busca la fuerza mediante modificaciones artificiales en sus cuerpos y se ganan la vida aprovechándose de los más débiles.

Ella suspiró…

—Pero no crea que yo fui un "mártir" de ese infierno. ¡Yo solo era una espectadora!

Ella recordó por un instante, al decir esas palabras, cuando era más joven. Vestía trapos sucios, su pelo estaba destrozado y se encontraba encadenada…

—¡Es por eso, por lo que nunca entenderá lo que se siente tan solo poder observar! —dijo frunciendo el ceño.

"Comprender", "espectar", fueron las palabras con las que el joven se quedó. Miró a un lado por un instante, imaginando que estaba en su salón de clases mirando por la ventana la nieve caer…

—Eres increíble —dijo el joven a voz baja.

—¡¿Ah?! —preguntó Rin.

—No te quedaste atada a tu pasado y lo superaste… ¿Por eso ya no estas allá?

Rin relajó los brazos… Y sus ojos mostraban una gran decepción.

"Deja Vu se está alterando"

—Eligió las palabras incorrectas… ¿Qué tiene que ver que yo ya no este allá? ¡¿O acaso sabe cómo se siente?, ¿cómo se sintió?! ¡Fue horrible! ¡Fue traumático ver a la gente sufrir! —Rin gritaba entre lágrimas, llena de ira y tristeza—. ¡No fue fácil, y seguro que no lo entiende! ¡El hecho de que esté aquí no significa que lo haya superado! ¡No significa que lo tenga que superar! ¡No significa que tenga la capacidad para superarlo!

Luego de gritar, respiró de manera inconsistente, intentando recuperar el aliento.

—Es por eso… Es por eso, que odio su brazo…

Ella se volvió a dar la vuelta… Varias personas pasaron a su lado.

Era poco, tal vez casi nada, pero que haya dicho, "Odio su brazo", significaba una esperanza para él, aún tenía una oportunidad…

Sin embargo…

—¡Un momento! ¿Dónde está el portal de bolsillo? —se preguntó Rin y pensó— ¿Alguien me lo robó entre la multitud?

Y de repente Rin escuchó el sufrido grito de dolor de Kaito…

Él se encontraba arrodillado en el suelo, posando su mano derecha sobre su rostro.

—¡Ahhh!

A pesar de la anterior discusión…

—Kaito… ¿Qué te sucede? —preguntó Rin preocupada sin darse cuenta de que había perdido su formalidad.

Por un instante ella creyó que se había pasado el límite con su forma de hablar, pero esa no era la razón.

"Déjà vu", la bendición de Kaito, le estaba dando un aviso de peligro.

—Va a pasar algo… Es la misma sensación de esa vez… —dijo ligeramente tenso y asustado, recordando la noche contra "Cervantes".

Él empezó a temblar.

—¿De qué está hablando?

—Siento peligro… Este lugar corre peligro…

La criada estaba muy confundida con el actuar del joven.

—No entiendo que está diciendo… ¡Sí hay peligro deberíamos avisar a…!

Justo en ese momento llegó a interrumpir un hombre que tenía del cuello a un guardia de la ciudad y lo lanzó hacia Kaito, pero éste lo alcanzó a sujetar.

—¡Oye! ¿Estás bien? —preguntó a la persona atacada, pero estaba inconsciente.

—¡No puede ser…, no, no, no! ¡por favor, no! ¡De nuevo, no! —gritó Rin, como pidiendo piedad, cayendo al suelo y cubriendo su cabeza con sus manos.

—¿Qué sucede, Rin? —preguntó Kaito mientras volteaba la mirada.

Se escuchaban unas pisadas fuertes, como metal contra el piso… Hasta que se dejó ver…

Lo que vio era a un hombre, a quien le quedaba poco de humano. Con piernas artificiales, brazos completamente robóticos y no solo eso, hasta parte de su cara estaba hecha de metal. Tenía los ojos rojos y el pelo gris. Estaba claro, era uno de los del clan que había esclavizado a Rin, un Demonio de Hierro.

—Este… ¡Este es el peor momento, para que llegue alguien como tú! —exclamó Kaito…