Parte 2: Ecos del pasado

Había algo en el ambiente, una especie de electricidad invisible que hacía que cada palabra y cada silencio pesaran más de lo normal. Kosei seguía mirando hacia otro lado, con ese leve sonrojo en sus mejillas, y yo no sabía qué hacer con el latido acelerado en mi pecho.

La música de fondo seguía sonando, pero se sentía lejana, como si el mundo se hubiese reducido a este pequeño espacio entre ella y yo.

Quería seguir la conversación, quería decir algo que mantuviera este momento en el aire un poco más… pero no sabía qué.

—Nitram.

Su voz rompió el silencio con suavidad, llamándome de una forma que me hizo contener la respiración.

—Dime.

Kosei apoyó sus manos sobre el mostrador y se inclinó ligeramente hacia adelante, acortando la distancia entre nosotros. No demasiado, pero lo suficiente como para que mi piel se erizara.

—¿Tú crees en las casualidades?

La pregunta me tomó por sorpresa.

—¿A qué te refieres?

—A que… a veces siento que la gente se encuentra en el momento exacto en el que necesita encontrarse.

Sus palabras se quedaron flotando en el aire.

Yo la miré, tratando de descifrar lo que estaba diciendo. No parecía una simple reflexión sin importancia.

—Nunca lo había pensado así —respondí, sintiendo mi propia voz más baja de lo normal—. ¿Crees que nosotros nos encontramos por algo?

Kosei no respondió de inmediato. En cambio, bajó la mirada, como si estuviera debatiendo consigo misma.

—Tal vez.

Esa única palabra hizo que mi corazón diera un vuelco.

Era una respuesta vaga, pero al mismo tiempo, era suficiente para hacerme sentir que ella también se estaba cuestionando algo.

Quise preguntarle qué significaba exactamente ese "tal vez", pero justo en ese momento, la puerta del local se abrió, haciendo sonar la campanita.

El aire entre nosotros se rompió de golpe.

Kosei se enderezó y miró hacia la entrada, volviendo rápidamente a su expresión neutral. Yo me giré también, intentando controlar mi rostro, como si no acabáramos de compartir un momento que, para mí, había sido demasiado grande.

Era solo un cliente cualquiera, pero su presencia bastó para cambiar el ritmo de la escena.

Respiré hondo y me pasé una mano por la nuca, tratando de calmar el torbellino que se había formado en mi interior.

Lo que acababa de pasar… ¿había sido real? ¿O solo estaba imaginando cosas?

Miré a Kosei de reojo. Ella atendía al cliente con su expresión tranquila de siempre, pero yo… yo ya no podía verla de la misma forma.

Algo había cambiado.

No sabía qué, pero lo sentía.

Y eso me asustaba más de lo que quería admitir.

El cliente se quedó un rato en el local, revisando los estantes con calma. Kosei volvió a su papel de siempre: atenta, pero reservada. Yo, en cambio, me sentía atrapado en una burbuja de pensamientos, incapaz de salir de ellos.

Ese "tal vez" que había dicho…

¿Era un simple comentario sin importancia o significaba algo más?

Intenté distraerme revisando algunos discos, pero no lograba concentrarme en las portadas. Mis ojos se movían sin fijarse en nada en particular.

—¿Vas a comprar algo o solo estás acomodando los discos al azar? —La voz de Kosei me sacó de golpe de mis pensamientos.

Levanté la mirada y la encontré mirándome con una ceja arqueada, los brazos cruzados y una leve sonrisa en los labios.

—Eh… —Miré mis manos, dándome cuenta de que había estado sacando y volviendo a colocar el mismo disco una y otra vez—. No sé, creo que estoy en piloto automático.

Ella dejó escapar una risa corta, casi imperceptible.

—Eso me di cuenta.

Caminó hasta donde estaba y miró el disco que tenía en la mano.

—¿Sabes siquiera qué es esto?

Bajé la mirada al título. "Unknown Pleasures" de Joy Division.

No tenía idea de por qué lo había sacado.

—No, pero la portada se ve cool —admití, encogiéndome de hombros.

—Eso es lo que dice todo el mundo cuando no conoce la banda —se burló.

—¡Oye! No es mi culpa que se vea cool.

Kosei tomó el disco con delicadeza y lo observó un momento.

—Es un buen álbum —dijo, girándolo para ver la parte de atrás—. Pero es un poco… oscuro.

—¿Oscuro en qué sentido?

—Las letras, el sonido… es como si cada canción fuera un susurro melancólico que se va apagando poco a poco.

Hubo un silencio breve.

—…Me gusta cómo suena eso.

Kosei me miró, sorprendida por mi respuesta.

—¿Sí?

Asentí.

—No sé, siento que a veces la música que te hace sentir melancólico también es la que más conecta contigo.

Ella sostuvo mi mirada por unos segundos, luego bajó la vista al disco y lo puso de vuelta en el estante.

—Tal vez deberías escucharlo.

—Lo haré —respondí sin dudar.

El ambiente se sintió extraño de nuevo. No incómodo, pero sí diferente. Como si estuviéramos en el borde de una conversación que ninguno de los dos se atrevía a iniciar.

El cliente finalmente se acercó a la caja y Kosei fue a atenderlo. Me quedé donde estaba, sintiéndome inquieto.

No quería irme todavía.

No después de lo que había pasado.

Cuando el cliente salió, me acerqué al mostrador otra vez, apoyándome con los codos.

—Kosei.

Ella levantó la mirada, esperando mi siguiente palabra.

Mi mente estaba llena de preguntas, de cosas que quería decirle, pero todo se enredaba en mi garganta.

—Sobre lo que dijiste antes… —comencé con cuidado—. De que la gente se encuentra en el momento exacto en que necesita encontrarse.

Ella inclinó la cabeza, como si estuviera recordando la conversación.

—¿Qué hay con eso?

Tomé aire.

—¿Tú crees que nos encontramos por una razón?

Mi pregunta pareció tomarla por sorpresa. Su expresión cambió sutilmente, y por un momento pensé que no iba a responder.

Pero después de un breve silencio, lo hizo.

—No lo sé.

Su respuesta fue suave, pero me dejó helado.

—¿No lo sabes?

—No. Pero sí sé que…

Se detuvo.

Mis latidos eran tan fuertes que sentía que iban a salir de mi pecho.

—Que… ¿qué?

Kosei apretó los labios, bajando la mirada por un instante.

—Que hay cosas que no entiendo del todo… pero que me hacen sentir diferente.

Mi garganta se secó.

—¿Diferente cómo?

Ella me miró.

Sus ojos reflejaban algo que no lograba descifrar del todo.

—No sé cómo explicarlo —admitió—. Es solo una sensación.

Una sensación.

No supe qué responder.

El silencio entre nosotros se alargó, pero no era incómodo. Era pesado, como si hubiera algo en el aire que ninguno de los dos se atreviera a tocar.

Finalmente, ella suspiró y desvió la mirada.

—Es tarde. Deberías ir a casa.

No quería irme.

Pero tampoco quería forzar algo que aún no entendía.

—Sí, supongo que sí —dije con voz baja.

Me alejé del mostrador lentamente, sintiéndome extraño. Antes de salir, me giré para mirarla una última vez.

Kosei no me estaba viendo. Estaba mirando hacia abajo, con su expresión perdida en pensamientos que no podía leer.

Abrí la puerta y sentí el aire frío de la noche golpearme el rostro.

Cuando salí, no pude evitar soltar un largo suspiro.

Algo estaba pasando entre nosotros.

No podía nombrarlo todavía…

Pero estaba ahí.

El camino de regreso a casa se sintió más largo de lo normal. No porque realmente lo fuera, sino porque mi cabeza estaba atrapada en lo que había pasado en la tienda.

"Que hay cosas que no entiendo del todo… pero que me hacen sentir diferente."

Las palabras de Kosei seguían repitiéndose en mi mente como un eco interminable.

Diferente.

¿Qué significaba para ella sentirse diferente? ¿Era solo una manera vaga de describir algo sin importancia, o realmente había algo detrás?

Metí las manos en los bolsillos de mi chamarra y solté un suspiro, frustrado. Quería entender lo que pasaba por su cabeza, pero al mismo tiempo, la idea de preguntarle directamente me parecía imposible.

La calle estaba tranquila, las luces de los postes parpadeaban de vez en cuando, proyectando sombras largas en la acera. A lo lejos, los ladridos de un perro rompían el silencio de la noche.

No podía sacudir la sensación de que algo había cambiado.

Tal vez no era algo grande. Tal vez no era algo que pudiera notar cualquiera…

Pero yo sí lo sentía.

Y eso lo hacía real.

Cuando llegué a casa, encontré a Zuni y Rodrigo esperándome en la sala, cada uno con un control en la mano. La pantalla de la tele mostraba una partida de un juego de peleas, pausada en el momento exacto en que uno de los personajes estaba a punto de recibir un golpe brutal.

—Tardaste —dijo Zuni sin apartar la vista de la pantalla.

—Ya estaba a punto de decirle a Rodrigo que llamara a la policía porque seguro Kosei te secuestró —añadió con una sonrisa burlona.

Rodrigo solo soltó un suspiro, visiblemente acostumbrado a los comentarios de Zuni.

—¿Qué pasó? —preguntó, esta vez dirigiéndose a mí con más interés.

Me dejé caer en el sillón con un peso en los hombros que no sabía cómo explicar.

—No lo sé.

—¿Cómo que no lo sabes? —Zuni pausó el juego y me miró con incredulidad—. ¿Pasó algo o no?

Rodrigo me analizó en silencio, esperando mi respuesta.

Me pasé una mano por el cabello, frustrado.

—Creo que sí.

—¡¿Qué significa "creo que sí"?! —Zuni agitó los brazos exageradamente—. ¡Dilo bien, hombre!

Rodrigo negó con la cabeza, pero estaba claramente interesado en lo que tenía que decir.

Respiré hondo.

—Dijo algo raro.

—Define "raro" —dijo Rodrigo.

—Dijo que hay cosas que no entiende del todo… pero que la hacen sentir diferente.

Hubo un silencio breve.

—Oooooh. —Zuni alargó la vocal, con una sonrisa de quien acababa de descubrir algo jugoso—. Esto se pone bueno.

Rodrigo, en cambio, se mantuvo más serio.

—¿Cómo lo dijo?

—No sé. Parecía… no sé, como si de verdad no supiera cómo explicarlo.

Zuni se giró hacia Rodrigo con una sonrisa enorme.

—¡¿Lo ves?! ¡Te dije que algo estaba pasando entre esos dos!

Rodrigo lo ignoró y me miró con calma.

—¿Y tú qué piensas?

Lo pensé por un momento.

—No sé… Me dejó confundido.

Zuni se cruzó de brazos y se inclinó hacia adelante.

—Nitram, amigo, hermano de otra madre… esto es un avance.

—¿Un avance?

—¡Sí! —Asintió con entusiasmo—. Es la primera vez que Kosei dice algo que podría interpretarse como que siente algo por ti.

Rodrigo intervino con un tono más tranquilo.

—No podemos asegurarlo, pero sí suena como que ella misma está descubriendo lo que siente.

—¡Exacto! —Zuni señaló a Rodrigo—. Y cuando una chica empieza a notar que algo en su interior está cambiando, significa que el terreno está moviéndose a tu favor.

No estaba tan seguro de eso.

—¿Y qué se supone que haga con esa información?

Zuni puso los ojos en blanco.

—Obvio, seguir avanzando. Pero con estrategia.

Rodrigo apoyó un codo en el brazo del sillón y me miró con curiosidad.

—¿Cómo te sentiste cuando ella dijo eso?

Abrí la boca para responder… pero no tenía una respuesta clara.

Rodrigo se dio cuenta y asintió para sí mismo.

—Lo sabías.

—¿Qué cosa?

—Que Kosei está sintiendo algo.

Me quedé callado.

Zuni me dio un codazo con una sonrisa burlona.

—Vamos, acéptalo. Sabes que ella siente algo por ti, pero no sabes qué hacer con esa información.

No podía negar que había sentido algo en ese momento.

Algo que me había acelerado el corazón, algo que había hecho que mi estómago se apretara de una manera que no entendía del todo.

Pero… ¿qué hacía con eso?

Rodrigo miró la hora en su teléfono y se levantó.

—Es tarde. Me voy a casa.

Zuni también se estiró y dejó el control en la mesa.

—Yo igual, pero mañana seguimos con este tema, porque esto apenas empieza.

Me quedé sentado mientras ellos se iban, sintiendo que algo dentro de mí había cambiado.

No sabía qué iba a pasar después…

Pero sí sabía que ya no podía ver a Kosei de la misma manera.

El reloj marcaba la 1:32 a. m. y yo seguía despierto, acostado en mi cama, mirando el techo como si las respuestas estuvieran escondidas entre las sombras de mi cuarto. Pero no había respuestas. Solo preguntas.

"Que hay cosas que no entiendo del todo… pero que me hacen sentir diferente."

¿Por qué esa frase se sentía como si me hubieran lanzado una piedra directo al pecho?

Intenté ignorarlo. Me giré a un lado, cerré los ojos, intenté pensar en otra cosa. Pero mi mente no me lo permitió.

Kosei no era alguien que hablara de sus sentimientos con facilidad. Si había dicho eso, significaba que lo había estado pensando… que había estado sintiendo algo que no terminaba de comprender.

¿Algo relacionado conmigo?

Me senté en la cama, pasándome las manos por el rostro.

—Esto es ridículo —murmuré en voz baja.

Pero no lo era.

Sabía que, desde el primer día en "Ecos del Pasado", algo en Kosei me había atrapado. Al principio, fue su manera reservada de hablar, la forma en que sus ojos se desviaban cuando no sabía qué decir. Luego, fueron sus recomendaciones musicales, la forma en que la música parecía conectar con ella de una manera especial. Y ahora… ahora era la manera en que sus palabras se quedaban atrapadas en mi cabeza, como una canción que no podía olvidar.

Respiré hondo y me dejé caer de espaldas en la cama.

Mañana la vería de nuevo.

Y aunque nada había cambiado en la superficie… algo dentro de mí sabía que sí.

Algo se sentía diferente.

El sonido del despertador me sacó de mi estado de medio sueño. Estaba agotado, como si no hubiera dormido en absoluto, pero el día seguía avanzando sin esperar por mí.

Me arreglé con lo primero que encontré y bajé a desayunar algo rápido. No tenía hambre, pero sabía que Zuni me mataría si me veía llegar sin haber comido nada.

El día pasó en una especie de niebla.

Las clases se sintieron más largas de lo normal, y mi mente no se quedaba quieta.

¿Cómo debía actuar cuando la viera?

¿Debía mencionar lo que dijo? ¿O actuar como si nada hubiera pasado?

Para cuando la escuela terminó, todavía no tenía una respuesta.

—Nitram —la voz de Zuni me sacó de mis pensamientos—. Hoy no puedes verte tan deprimente, ¿entiendes?

—No estoy deprimente.

—Tienes la cara de alguien que vio el final más triste del anime más trágico del mundo.

Rodrigo se ajustó la mochila en el hombro y lo miró con un suspiro.

—Déjalo, está nervioso.

Zuni se rió.

—¡Obvio que está nervioso! Kosei lo dejó con un enigma existencial anoche.

—No es un enigma existencial.

—Es lo más cercano que has tenido a un "¿me gusta o no me gusta?" de su parte, y lo sabes.

No respondí.

Zuni me rodeó los hombros con un brazo y sonrió.

—Tranquilo, Nitram. Hoy vas a "Ecos del Pasado" como siempre, pero esta vez… no eres el mismo de ayer.

Lo miré de reojo, confundido.

—¿Qué quieres decir?

—Que tú ya sabes que algo cambió. Y créeme, ella también lo sabe.

Rodrigo asintió.

—Solo ve y observa. No fuerces nada.

Suspiré.

—Como si fuera tan fácil.

Zuni me dio un leve empujón.

—Para ti, que piensas demasiado, no lo es. Pero ya estás metido en esto, así que disfrútalo.

Lo miré por un momento, y aunque no lo dije en voz alta… tenía razón.

Así que con un último respiro, me dirigí a "Ecos del Pasado".

Y por primera vez en mucho tiempo, no tenía idea de qué esperar.