Interferencias Más diferente

La voz de Zuni es como una ráfaga de viento entrando sin permiso en un cuarto cerrado.

[Zuni] — Entonces, ¿qué dices?

Sostengo el teléfono con una mano y con la otra tamborileo los dedos contra la mesa. Todavía siento en la piel el eco de la conversación que tuve con Kosei sobre la canción. El momento aún flota en el aire, frágil, como si cualquier interrupción pudiera romperlo en pedazos.

[Nitram] — ¿Qué digo de qué?

[Zuni] — Pues que Rodrigo y yo queremos ir a Ecos del Pasado. Hace tiempo que no vamos, y queremos ver qué discos nuevos tienen.

Un escalofrío me recorre la espalda.

Cierro los ojos un momento. Maldición.

[Nitram] — ¿Ahorita?

[Zuni] — ¡Sí! ¿Por qué no?

La miro de reojo. Kosei guarda el vinilo con cuidado, pero algo en su postura ha cambiado. Su espalda está un poco más recta, sus movimientos más precisos. Es como si estuviera consciente de cada uno de ellos.

No quiero que esto pase.

[Nitram] — No creo que sea buena idea.

[Zuni] — ¿Por qué no?

Puedo ver su sonrisa traviesa en mi mente. Sé que está disfrutando esto.

[Nitram] — Porque… porque no.

[Zuni] — Genial argumento. Me convenciste.

Aprieto los labios. Sé exactamente lo que va a pasar si Zuni aparece aquí.

Ella es una tormenta. No sabe cuándo detenerse. Y si siente que hay algo raro entre Kosei y yo, no lo va a dejar pasar.

[Zuni] — Vamos, Nitram. No seas aburrido.

Vuelvo a mirar a Kosei. Ahora está organizando unos discos en la estantería, pero su forma de hacerlo es mecánica. La manera en que se mueve, la forma en que sus dedos se demoran en cada carátula… es diferente.

Sabe que algo pasa.

[Nitram] — ¿Por qué justo Ecos del Pasado? Hay otras tiendas de discos.

[Zuni] — Pero esta es nuestra favorita. Además, tú siempre estás ahí. ¡Déjame ver qué tiene de especial!

Un nudo se me forma en el estómago.

Siento que me están acorralando.

[Zuni] — Rodrigo ya está de acuerdo. Solo faltas tú.

La presión en mi pecho crece.

Si digo que no, se va a dar cuenta de que algo pasa.

Si digo que sí…

Kosei gira un poco la cabeza, como si quisiera ver mi reacción pero sin hacerlo obvio.

No sé si está nerviosa o si solo está esperando.

No sé qué significaría para ella que Zuni y Rodrigo aparecieran.

No sé nada.

[Nitram] — Déjame pensarlo.

[Zuni] — No, dime ahora. No quiero que luego salgas con que "mejor otro día".

Me froto la sien.

Tengo que detener esto.

[Nitram] — ¿Por qué no vamos a otro lado?

[Zuni] — ¿Otro lado?

[Nitram] — Sí. No sé, podríamos ir a comer o a un bar.

[Zuni] — Ajá. ¿Y por qué no podemos ir primero a Ecos del Pasado?

El nudo en mi estómago se aprieta.

[Rodrigo] — ¿Se está negando otra vez?

[Zuni] — Sí. Y sospecho que hay algo raro aquí.

Suelto una maldición en mi cabeza.

[Nitram] — No hay nada raro.

[Zuni] — ¿Ah, no? Porque te noto nervioso.

Me pongo una mano en la cara.

No tengo escapatoria.

[Nitram] — Está bien.

[Zuni] — ¡Sabía que dirías que sí!

[Rodrigo] — Vamos en veinte minutos.

Cuelgan antes de que pueda decir algo más.

Suelto un suspiro y guardo el teléfono.

Cuando levanto la vista, Kosei está mirándome.

[Kosei] — ¿Todo bien?

Su voz es suave, pero hay algo en ella que me pone más nervioso.

[Nitram] — Zuni y Rodrigo vienen para acá.

Ella parpadea. Sus labios se entreabren, pero no dice nada.

[Kosei] — Oh.

Es solo una palabra.

Pero en su expresión hay más que eso.

No sé si es incomodidad, resignación o simplemente sorpresa.

Lo único que sé es que no es emoción.

Los minutos pasan demasiado rápido.

Intento fingir que estoy tranquilo, pero el ambiente se siente extraño.

Kosei sigue con su trabajo, pero sus movimientos son automáticos, como si su mente estuviera en otro lado.

Yo finjo revisar algunos discos, pero mi mente está atrapada en una cuenta regresiva.

Cada segundo que pasa, me acerco más a la tormenta.

El sonido de la puerta abriéndose me hace dar un brinco.

Pero no es Zuni.

Es solo un cliente.

Respiro hondo y trato de calmarme.

Pero después de media hora, empiezo a sospechar.

Después de cuarenta minutos, estoy seguro.

Saco el teléfono y, justo en ese momento, empieza a sonar.

[Zuni] — ¡Nitram!

[Nitram] — ¿Dónde están?

[Zuni] — …me confundí.

[Nitram] — ¿Qué?

[Zuni] — Se me olvidó para dónde íbamos.

La escucho reírse y, en el fondo, Rodrigo suelta un suspiro resignado.

[Rodrigo] — Terminamos en una esquina donde venden hamburguesas.

[Zuni] — ¡Pero estaban buenísimas!

Cierro los ojos.

[Nitram] — ¿Y ahora qué?

[Zuni] — Pues ya nos vamos a regresar. Nos dimos cuenta muy tarde.

Rodrigo murmura algo ininteligible en el fondo.

[Zuni] — Pero luego vamos, ¿eh? No creas que te salvaste.

[Nitram] — Claro, claro.

Cuelgo y me quedo mirando el teléfono por unos segundos.

No sé si reírme o suspirar de alivio.

Guardo el teléfono y miro a Kosei.

Ella me observa con la cabeza ligeramente inclinada, esperando.

Me rasco la nuca.

[Nitram] — Se confundieron.

Sus ojos se agrandan un poco.

[Nitram] — Zuni olvidó a dónde iban y terminaron en una esquina comiendo hamburguesas.

El silencio dura solo un instante.

Y luego, la risa de Kosei rompe el aire.

Es baja, pero genuina.

Y, por primera vez en toda la tarde, su expresión se suaviza.

Algo dentro de mí se afloja también.

Y aunque no digo nada más, sé que ambos sentimos lo mismo:

Un alivio inmenso.