Revelaciones III

Mientras Ewan se preparaba en silencio para revelar un aspecto oculto de su pasado, Athena aprovechó el momento para mirar alrededor del restaurante local por enésima vez.

Esta vez, sin embargo, pudo entender por qué Ewan había elegido este lugar para la revelación secreta. Era ruidoso.

Las conversaciones giraban a su alrededor como una cacofonía vibrante, evidente en los gestos animados de los brazos que puntuaban el aire. Incluso aquellos que se movían en ciertas áreas del restaurante, aparentemente bailando, parecían estar involucrados en discusiones animadas.

Con la música estruendosa acompañando su charla, sus conversaciones con Ewan estaban cubiertas por un velo de anonimato.

En este ambiente bullicioso, los clientes no tenían interés en ellos —ni en sus secretos, ni en sus pasados. Quizás en alguna forma de placeres fugaces, sí —si las mujeres que seguían mirando a Ewan eran alguna indicación— pero no en conocer nada más profundo.