—No lo dirá. No lo dirá —Violeta repetía las palabras en su cabeza como un oscuro mantra.
—Pero cuando otro azote cayó sobre su trasero ya adolorido, un sonido de dolor y placer escapó de sus labios, y Violeta no pudo contenerlo más.
—¡Está bien! Lo siento por abandonarte, mi rey —finalmente capituló, su voz llevaba un tono de derrota.
—Una sonrisa victoriosa iluminó la cara de Asher, brillante y autosatisfecha. Ahí estaba. Las palabras que había estado esperando. Ella finalmente admitió que él era su rey.
—Con una ternura que contrastaba fuertemente con sus acciones anteriores, comenzó a masajear sus mejillas enrojecidas. Su voz se suavizó mientras murmuraba:
—Dilo una vez más, Violeta. Quiero escuchar esas palabras de nuevo.
—Con las mejillas ardientes de humillación, Violeta no tuvo más remedio que cumplir. —Lo siento por intentar dejarte, mi rey —repitió vacíamente.