Hermoso Recuerdo

—Román, tienes que detenerte. Confía en mí, no sabes lo que estás haciendo, ella tampoco. Estás bajo su control, esto no es lo que quieres —la voz de Alaric era suplicante mientras trataba de alejar a su hermano cardenal del borde.

Pero sus palabras parecían caer en oídos sordos mientras Román se concentraba únicamente en Violeta, quien se presionaba contra él, su pecho en contacto con el suyo. Y para empeorar las cosas, Román, hechizado, alcanzó detrás de ella para desabrochar su sostén.

—Oh, diablos no. Eso no iba a pasar. No mientras él estuviera presente.

Alaric se movió rápidamente, agarrando a Román del brazo y arrancándolo de Violeta. Por un breve instante, logró separarlos, pero la mirada que Román le lanzó hizo que el corazón de Alaric se acelerara.

—Se decía que nunca debías arrebatar la presa de las fauces de un león, y Alaric acababa de hacer exactamente eso.