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Violeta miró a Griffin, con muchos pensamientos corriendo por su mente. El control del Oráculo sobre los alfas, los supuestos gobernantes de su mundo, era a la vez intrigante e inquietante.

Siempre había considerado al Oráculo un chismoso, pero ahora, al darse cuenta de que esta figura misteriosa poseía secretos lo suficientemente poderosos como para mantener incluso a los alfas más fuertes en línea, le parecía más peligrosa de lo que Violeta había imaginado.

¿Qué tipo de secretos estaban ocultando Griffin, Alaric, Román y Asher? Y si ella llegaba a descubrirlos, ¿qué tipo de daño podría causar al revelarlos?

Sus labios se apretaron en una línea firme mientras reflexionaba sobre las posibilidades, su mirada regresó a Griffin, quien ahora la observaba con una mirada conocedora.

—Lo que sea que estés pensando, créeme, es una mala idea —dijo Griffin, conteniendo el siguiente trozo de pan que estaba a punto de darle.