Violeta salió de la oficina de Adele, saliendo al pasillo principal del hospital. El estéril y pulido entorno médico se extendía ante ella, y no pudo evitar dejar vagar su mirada.
Hasta ahora, la oficina de Adele había sido su único punto de contacto dentro del hospital, pero ahora, la curiosidad le arañaba. ¿Qué pasaba en el resto del edificio? ¿Por qué construyeron tanto espacio si la oficina de Adele era el único lugar que necesitaba para curar su herida?
Sus ojos aterrizaron en el ascensor a solo unos pasos de distancia, cuyas elegantes puertas metálicas brillaban bajo las intensas luces fluorescentes. Resaltaba como un faro, casi retándola a presionar el botón.
¿Quién tenía acceso a esos pisos superiores? ¿Estaban reservados solo para los estudiantes de élite? ¿Casos especiales? Violeta estaba tan malditamente curiosa, el misterio la consumía. María tampoco había hablado sobre esa parte del hospital, y Violeta se encontró queriendo saber más.