Desafíame

Asher no dejó de besarla, su agarre en su cintura se tensó como si la anclara a él. La atrajo más cerca, tan cerca que cada respiración, cada latido suyo se presionaba contra ella.

No había espacio para pensar, solo el fuego que se extendía por sus venas. Poseedor y exigente, su lengua la provocaba y saboreaba, arrancándole un gruñido involuntario de la garganta. Sus lenguas se enredaban acaloradamente, una batalla intoxicante de dominancia y rendición. Violeta se fundió en él, su mente completamente abrumada.

Cuando él se retiró, sus labios hormiguearon y su pecho se elevó mientras luchaba por recobrar el aliento. Pero Asher no había terminado.

—¿Dónde te tocó? —preguntó Asher, su aliento rozando sus labios hinchados.