Juego Del Caos

—Es hora —dijo Natalia con un tono tan cargado que Violeta se incorporó de su asiento, su pecho apretándose de emoción y nerviosismo. No se podía negar la emoción que le recorría las venas, la anticipación era casi demasiado para soportar.

Aunque esto era apenas un entrenamiento, y no un partido oficial, apenas se sentía así. Las apuestas eran igual de altas, la atmósfera elevada y la energía de las gradas circundantes evidentemente obvia.

Los estudiantes vitoreaban y aullaban a través del campo, sacudiendo el aire. Violeta nunca había experimentado algo así. Sus dedos de los pies se curvaban en sus zapatos mientras la emoción le recorría las venas y se asentaba profundamente en su pecho.

Divididos en dos equipos entre ellos mismos, los jugadores parecían tan feroces y competitivos como lo serían en un campeonato.