Él la traicionó

El cambio en la atmósfera fue tan sutil al principio que Violeta casi se lo perdió. Un momento, estaban bailando, riendo, meciéndose al ritmo y dejando que la noche los arrastrara. Luego, lo siguiente, todo se detuvo después de que sonara un cuerno extraño.

La música falló, tartamudeando como un disco roto antes de cortarse por completo. Las conversaciones entre los estudiantes se desvanecieron a mitad de una frase, la risa murió en el aire y un silencio tenso se asentó sobre el campo como una niebla espesa y sofocante.

Violeta se quedó quieta, sus sentidos hormigueando. Algo andaba mal.

—¿Qué pasó? —preguntó Ivy, su voz incierta.

Pero no era la única que preguntaba.

La confusión se extendió por la multitud a medida que los murmullos surgían entre los nuevos estudiantes. Excepto que esa era la cuestión: eran solo los nuevos estudiantes.

La mirada aguda de Violeta se desplazó por la multitud, y fue entonces cuando lo notó. Un patrón.