Imaginación Peligrosa

Violeta no podía dormir. No después de la bomba que Margarita había soltado sobre ellos más temprano. Como si ser un Pícaro no fuera lo suficientemente difícil, ahora había reglas reales que tenían que seguir. Y si había algo que Violeta odiaba, eran las reglas diseñadas para perseguir intencionadamente a otros.

Para ser honesta, Violeta no estaba preocupada por sí misma. No, ella podría manejar lo que fuera que Elsie y sus secuaces le lanzaran. Lo que más le preocupaba eran sus amigos. Si Elsie no podía llegar a ella directamente, sin duda volvería sus frustraciones hacia ellos.

Violeta suspiró, girándose de lado, mirando la habitación con poca luz. La temblorosa luz de la vela proyectaba sombras cambiantes en las paredes, añadiendo una quietud espeluznante al espacio. Violeta hubiera extrañado su antigua habitación, si no fuera por el hecho de que su mente no dejaba de divagar con demasiados pensamientos para contar.