Furia y Fuego

Violeta se encontró respondiendo al fogoso beso de Román, sus bocas chocando furiosamente una contra la otra.

Román gimió contra sus labios, presionando su cuerpo tan firmemente contra el de ella que apenas había un hueco; las capas de ropa eran prácticamente inútiles, porque ella podía sentir cada centímetro de él, especialmente una parte de él que definitivamente no estaba blanda.

En algún lugar de fondo, un suave susurro sonó en el bosque, pero ninguno de los dos notó las figuras que se retiraban, demasiado consumidos por el fuego crudo de su beso y la lucha de poder que lo alimentaba.

Se separaron por un momento, jadeando por aire. La cabeza de Violeta giraba, la mitad de sus sentidos regresando lo suficiente como para que ella tronara, —¿Qué es esto? ¡Pensé que ibas a pelear contra mí!

—¿Pelear contigo? ¿Físicamente? —Román la miró como si la idea acabara de ocurrírsele.