Retiro de Convivencia

—¡Esa puta perra! —rugió Asher, arrojando su teléfono contra la pared con tal fuerza que se hizo añicos al impactar.

Como si eso no fuera suficiente, pateó el sofá, pero no le dio la satisfacción que ansiaba. Así que golpeó la pared con el puño.

—¡Asher! —gritó Violeta, horrorizada.

Se apresuró a acercarse, agarrando su brazo. —¡Detente, Asher! —gritó, apartando su mano del yeso agrietado y girándolo para que la mirara—. ¡Detente ahora mismo!

—¡Cálmate, amigo! —agregó Román, igualmente asombrado por la súbita explosión.

Aunque Asher dejó de arremeter, la furia aún ardía en su voz. —¡Ella me traicionó! ¡La quinta casa se suponía que era tuya!

—Lo sé —dijo Violeta suavemente—. Pero eso no es razón para lastimarte.

Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras tomaba suavemente su mano magullada entre las suyas. —No vale la pena.