De pie frente a la ventana, con la espalda recta, pero notablemente relajada, como si un hilo invisible lo estuviera jalando hacia arriba, el violín apoyado en su hombro izquierdo y con la barbilla apoyada en el violín, tan suave y cariñoso, sus dedos prácticamente acariciando las cuerdas como si estuviera tocando a su amada, y el arco danzando de manera relajada.
El movimiento del arco era suave y fluido. La melodía hermosa y envolvente, haciendo que todo el mundo girara alrededor del joven.
Inconscientemente, el tercer ojo de Cassia se abrió, queriendo ver esa hermosa escena en su totalidad. Su mente le decía que cerrara los ojos, recordándole la última vez que intentó ver a su hijo con su tercer ojo solo para terminar viendo la imagen de un cuerpo hecho de infinitas constelaciones, una vista que casi la corrompe y la hace perder el control. Pero extrañamente, esta vez no pasó nada de eso.
Cassia se enfocó en los dedos de trazaban surcos sobre las cuerdas, el movimiento suave y elegante danzaban mientras tocaban el violín, con un ritmo tan delicado pero seguro que casi le recordaba a una bailarina.
Con la vista bien abierta, pudo ver como las impurezas de hollín se alejaban y varias pequeñas hadas volaban alrededor de Noah y se balanceaban al ritmo de la melodía. Podía ver el aura de maná, casi invisible para su percepción regular, pero perfectamente visible con su tercer ojo, que rodeaba a Noah con un aura blanca azulada.
Como si estuviera hipnotizada u obligada por el sonido melódico del violín, Cassia se acercó lentamente a su hijo hasta que estuvo tan, pero tan cerca, que podría tocarlo. Pero cuando alzó su mano con algo de vacilación, una ráfaga de aire helado la golpeó de pies a cabeza, como diciéndole que no podía tocar al joven, que estaba fuera de su alcance, que no debía ser molestado.
Cassia se quedó estática, con los ojos bien abiertos y su mano extendida, sin darse cuenta había contenido su aliento.
Con el corazón desbocado, bajó sus brazos y se alejó cuidadosamente, sintiéndose repentinamente como si estuviera invadiendo un momento demasiado privado e íntimo.
Calmó su respiración, se llevó una mano al pecho y cerró su tercer ojo, no podía seguir viendo eso.
Cassia se aferró con fuerza a su conciencia que amenazaba con tambalearse, como un náufrago a un tablón de madera.
Con sus dedos trazando las cuerdas y guiando el arco, acercándose al inminente clímax, Noah comenzó a recitar desde el fondo de su alma:
"En la sombra de un sueño olvidado,
mi sangre arde, un eco callado.
Siento el susurro del viento,
un murmullo antiguo, un aliento, voces, visiones.
Bajo el cielo, las estrellas titilan,
destellos de fuerza que me vigilan.
El pulso de la tierra resuena en mí,
un llamado ancestral del que no puedo, no quiero, huir.
En cada paso, el suelo tiembla,
mi esencia despierta, la vida se encienda.
Atrapado en lo ordinario, soy un misterio,
la chispa de algo más en un mundo etéreo.
Algo se acerca, un destino inminente,
la sombra de héroes, algo latente.
Las puertas del tiempo comienzan a abrirse,
mi ser, como fuego, empieza a fundirse.
Siento el latido de un cosmos lejano,
mi... mi..."
Sus palabras murieron, incapaces de sobrellevar la sensación de su alma, sacando a Cassia de su hechizo.
Con frustración, Noah bajó el violín, incapaz de alcanzar la tan anhelada liberación.
Ese verso había sacado a Cassia de su trance y cuando Noah dejó caer los brazos, fue como si una magia que la mantenía congelada se rompiera y pudiera volver a moverse de nuevo. Cassia tragó saliva cuando Noah comenzó a girarse, un gesto normal y simple que bajo su corazón alarmado, pareció durar siglos.
Conteniendo la respiración, se preparó para lo que sea que viera en el momento en que sus miradas se encontrarán.
"¿Qué tal?", preguntó Noah con una sonrisa y una delgada capa de sudor adherida a su prístina piel.
Cassia se sintió como si un rayo la golpeara, su cuerpo se tensó y se tambaleó, casi perdiendo sus funciones corporales cuando escuchó la pregunta de su hijo.
"¿D-Disculpa?", preguntó, insegura de a qué se refería.
Noah resopló y rodó los ojos.
"¡Todo!" Noah se rio entre dientes. "La melodía, el poema, aunque aún no soy capaz de encontrar un final acorde y que no sea abrupto, siento que tengo algo."
En ese momento, todo pareció volver a la normalidad, como si todo hubiera sido una alucinación. Cassia se tocó su cuello, como si quisiera ayudar el flujo de sangre a su cerebro y a su corazón acelerado.
"Ah... eso", murmuró insegura de cómo responder.
Sus ojos escanearon rápidamente a su hijo, deteniéndose en el lugar entre sus cejas, y luego en sus brillantes y expectantes ojos azules enmarcados por esas largas pestañas blancas suyas.
"Estuvo... bien, ¿supongo?", respondió luego de un rato.
Su simple y seca respuesta dejó perplejo a Noah.
"¿¡Solo 'bien'!?" El descontento era claro en su voz.
"¿Qué quieres que te diga?", suspiró, aún demasiado mareada como para ser coherente. "No soy experta en música ni poesía, todos los instrumentos de este cuarto son tuyos, además, el poema fue tan, pero tan melancólico, ¿a quién le gusta eso?"
Cassia se encogió de hombros y se dio vuelta para salir de la habitación/estudio, aprovechando para escanear el lugar.
"Todo volvió a la normalidad... ¿una ilusión?"
"¡Oye! ¡Mamá!"
Noah dejó el violín de vuelta en su estuche antes de seguir a su madre fuera del estudio, como un patito... o cisne.
Noah siguió a su madre hasta el primer piso.
"¿Qué?", dijo un tanto hastiada.
Cassia se dejó caer al sofá y cruzó su pierna con pereza, apoyando su codo en el respaldo del sofá.
Estaba terriblemente cansada y aún sentía unas pequeñas convulsiones, como las de cuando uno se baja de una montaña rusa.
Cada vez que lo miraba, lo único que podía pensar era en todo lo que vio y escuchó en ese momento... quería averiguar más.
"¿Noah?" Cassia lo miró con confusión.
"¿¡Solo 'bien'!?"
"Es que es difícil para mí juzgarlo..."
Cassia se mordió el labio, ¿cómo podría decirle lo que sintió sin sonar como si estuviera loca? Además que no tenía idea de cómo describir el efecto que tuvo en ella, si ella, como Despertado se sintió así cuando se suponía que los poderes de Noah estaban suprimidos, no quería ni pensar en lo que pasaría si un humano mundano lo escuchara cuando Noah se libere por completo.
Cassia lo miró con emociones complejas antes de soltar una risa y palmear su regazo.
"¿Eso qué?", Noah la miró con confusión y resentimiento.
"No hagas pucheros." Cassia se burló. "Pon la cabeza aquí."
"No hago pucheros, eso es ridículo y horrible de ver y hacer en la vida real."
"No seas sabiondo."
Cassia rodó los ojos, tomando la cabeza de su hijo y la empujó con fuerza para ponerla sobre su regazo. Noah intentó resistirse, pero el agarre de su madre era pesado como una pared, por lo que finalmente se rindió y dejó caer su cabeza en su regazo.
"Sus reflejos y su fuerza son normales..." notó Cassia antes de comenzar a pasar sus dedos por el suave y sedoso cabello de su hijo.
"Por cierto, ¿de dónde sacaste las líneas de tu poema?"
Noah, como un gato mimado, cerró los ojos y toda resistencia fue borrada ante los dedos de su madre acariciando su cabello.
"Son cosas que se me ocurren."
Cassia se quedó silenciosa durante un momento, simplemente disfrutando el momento con su hijo, antes de hablar nuevamente.
"¿Solo eso?", preguntó, sus dedos bajaron hasta su frente y empezó a hacer masajes circulares en su frente como lo hacía cuando Noah tenía solo unos pocos meses.
"No solo eso, también como siento."
"¿Cómo te sientes?"
Cassia quería guardarse el interrogatorio para más tarde. No queriendo arruinar el ambiente, a su hijo parecía encantarle la sensación de las manos masajeando en su cabeza, tanto así que parecía estar a punto de quedarse dormido en su regazo.
Pero tenía que hacerlo.
"Sí." Noah se relajó. "Últimamente es así."
Considerando sus palabras, Noah comenzó a explicar:
"Últimamente tengo el mismo sueño, y siempre hay una voz que me dice lo mismo. En mi sueño siempre estoy en un lugar nevado, aunque es de día, las estrellas brillan como si fuera de noche. Cada vez que empiezo a caminar, el suelo se ondula. En mi sueño hay un pilar, no importa cuanto lo intente, no parece que me esté acercando y terminó despertando. Incluso cuando sé que es un sueño, me siento más vivo y despierto que nunca."
Noah soltó una pequeña risa ante su propia explicación, le parecía vergonzoso decirlo en voz alta, pero la persona aquí era su madre, no tenía mucho que ocultar de ella.
"Mi sueños, mis emociones y mis sensaciones mezcladas con un poco de dramatismo para darle más sabor al asunto. Aunque como dije antes, no sé cómo debería terminarlo."
Cassia escuchó su descripción con atención y sorpresa, sus dedos en su cabeza no dejaron de acariciar y mimar a su hijo en ningún momento.
Noah tenía sueños, e incluso escuchaba una voz que le hablaba, probablemente sea Bóreas. Pero él no tiene autoridad sobre los Sueños, ¿un recuerdo grabado en su alma, quizás?
A parte de ese incidente, todos estos años habían transcurrido con normalidad... ¿por qué ahora?
"Ya veo..."
Cassia no sabía que decir, ni que significaba todo eso, en su lugar, se limitó a seguir acariciando el cabello de su hijo, tomando un poco del fino cabello de Noah entre sus dedos y tirando con sutileza.
Era tan suave y terso, que resultaba relajante pasar sus dedos por él, casi tanto como el hecho de que Noah cerrara los ojos, se dejara mimar y apoyara su mejilla contra su muslo. No es como si el joven admitiría que le gustaba ser mimado como el niño pequeño que solía ser. Sin duda, un adorable gato orgulloso.
"¿Has tomado tus medicamentos?", preguntó, recordando el tema de los supresores. "No quiero tener que lidiar contigo cuando estas temblando de miedo."
"Yo no tiemblo", resopló Noah. "Y sí, los tomé después de volver a casa."
Cassia tarareo distraídamente y llevó sus dedos hacia las orejas de su hijo, acariciándolas distraídamente mientras pensaba.
"¿Los tomó?" Cassia se sorprendió. "Entonces... ¿qué fue eso de antes?"
Su hijo estaba cambiando de a poco y eso la ponía nerviosa. Obvio, Noah tenía algunas torceduras y conductas traviesas, pero para Cassia, siempre ha sido el niño más dulce que haya existido y la idea de perder eso para siempre...
No era una preocupación infundada, la primera y única vez que Noah se volvió loco durante su niñez... Cassia tembló de solo recordarlo.
Suspiró, tratando de sacudirse de esos pensamientos intrusivos como una madre sobreprotectora que es, y se dedicó a mimarlo aún más.
"Pero..." La voz relajada de Noah la sacó de su pensamiento. "Últimamente siento como si el efecto durara menos."
"¿Qué...?", la sorpresa en Cassia fue tanta, que su mano se detuvo abruptamente, dejando a Noah descontento.
"Esos supresores pueden volver a un Santo un humano normal por al menos una semana... ¿y a ti solo te hacen efecto un par de horas?"
No siempre fue así, cuando Noah era pequeño, loa efectos duraban un par de días. Cuando entró en la adolescencia, comenzó a durar un día, y a penas el mes pasado duraban medio día...
"Esto es demasiado rápido", pensó con preocupación.
"Puedo esconderlo gracias a los supresores, pero si despierta y su firma se vuelve notoria, esos creyentes de Bóreas podrán ubicarlo con mayor facilidad..." Cassia se mordió el interior de la mejilla. No podría ser peor...
"Noah" La voz de Cassia salió un poco más fuerte de lo que pretendía, dejando a Noah desconcertado.
"Escúchame bien." Cassia suspiró, retirando sus manos para posarlas en los hombros de su hijo.
"Asegúrate de llevar el pastillero a todos lados, y no olvides salir rápido cuando terminen tus clases. No puedes dejar esperando a Clara mucho tiempo... además, no salgas de casa a menos que sea realmente necesario."
Cassia esbozó una sonrisa amable mientras llevaba de vuelta su mano al cabello de su hijo.
"Además, la siguiente sesión con tu psiquiatra es la semana que viene, pero yo... creo que sería bueno... bueno... ir mañana..."
Si fuera por ella, lo llevaría hoy mismo, pero eso podría poner los instintos de Noah en guardia y obligarlo a hacer algo raro, como un instinto de auto preservación que lo lleva a desconfiar de todo.
"¿Qué piensas al respecto?"
"Seguro, ¿pero por qué tan de repente?"
"Es... solo una medida de precaución", respondió Cassia con una falsa sonrisa. "Bueno... ¿No crees que tu sueño es un poco preocupante?"
Tenía que encontrar la mejor manera de decirle a Noah que necesitaba tomar los supresores con regularidad para retrasar el despertar lo más posible.
La expresión desconcertada del rostro de su hijo dijo que no se había dejado engañar, pero Cassia se negó a ceder.
"Solo para estar completamente seguros, ¿sí?", preguntó con un tono más suave. "Eso, y creo yo el motivo más importante, porqué tu madre lo dice."