Noah miró confundido a su madre, no planeaba negarse, pero su insistencia lo dejó desconcertado.
"Eso es abuso de poder", respondió luego de un rato, dejando que una sonrisa juguetona se desliza por las comisuras de sus labios.
"Cállate." Cassia puso los ojos en blanco y, con un pequeño bufido, revolvió el ya desordenado cabello de su hijo. "No es abuso de poder si es por tu bien, mocoso."
"¿Es eso así?"
"Lo es." Cassia mantuvo su sonrisa mientras continuaba acariciando el cabello de su hijo.
"Lo hago por tu bien, como siempre..." murmuró en voz baja, sus palabras fueron demasiado suaves como para que Noah las oyera. Sólo lo suficientemente fuerte como para que ella lo escuchara.
Noah volvió a cerrar los ojos, disfrutando de las caricias de su madre. Si Julia viera a ese molesto e insufrible tipo ahora mismo, derretido sobre el regazo de su madre como un gato mimado, seguramente sufriría un cortocircuito.
Un pequeño suspiro salió de los labios de Cassia mientras continuaba acariciando la cabeza de su hijo, observando cómo sus características infantiles se destacaban debido a su posición relajada y complaciente.
"Todo estará bien, solo... todo irá bien", murmuró, aún un poco perdida en sus pensamientos.
"Sin importar qué" suspiró, dejando que le importara un bledo que Noah escuchara o no, a estas alturas, parecía que se estaba quedando dormido. "Mi trabajo como madre es cuidarte, protegerte, asegurarme de que no hagas nada estúpido y asegurarme de que estés bien... y eso es exactamente lo que voy a seguir haciendo pase lo que pase."
Cassia no lo decía solo por el eminente Despertar y todos los problemas que conlleva, sino también por lo que vendrá después de eso.
No sabía que planes tenía Bóreas cuando sembró a Noah en ella, y sabía que no era algo en un mortal pudiera entrometerse, pero mientras pudiera, ella misma se encargaría de cubrir los ojos de su hijo.
Después de todo, ninguna madre quiere que le quiten a su hijo.
Con lo último de su conciencia, Noah no fue capaz de escuchar a su madre.
En el momento en que sus ojos se cerraron, toda somnolencia desapareció y fue transportado a un mundo nevando con un gran pilar de hielo y un sol blanco.
"Mierda", murmuró molesto.
"(Te doy 100 años)", volvió a decir la magnífica voz.
"Sí, ya te escuche."
Por otro lado, en la realidad, Cassia lo observó con ternura y una pequeña sonrisa en sus labios.
El verlo así, tan relajado y en paz, era una vista digna de contemplar.
Dejó que su sonrisa se volviera más suave y complacida mientras pasaba gentilmente un mechón de su cabello rebelde detrás de su oreja y lo colocaba en un lugar más manejable.
Cassia soltó un suspiro y cerró los ojos, sintiéndose un poco agotada mientras dejaba que la paz se apoderara de la habitación, relajando ligeramente su mente mientras continuaba acariciando su cabello.
Una risita escapó de sus labios cuando escuchó a Noah emitir varios quejidos, como si estuviera lidiando con alguien molesto.
"Cierto", pensó con calma, "debe estar en ese sueño otra vez... olvide preguntar qué es lo que dice la voz... ya será para después... sacar a relucir ese tema de nuevo será extraño ahora..."
Cassia se relajó, y dejó que la mitad de su conciencia se sumergiera en su Mar de Alma.
Al instante, fue transportada a un amplio y silencioso lugar. El lugar la recibió con una sensación extraña y familiar a la vez, la brisa fría acariciando su piel y el silencio llenando sus oídos.
La superficie acuosa del suelo le picaba en las plantas descalzas de sus pies y un aire frío llenó sus fosas nasales mientras se permitía disfrutar de la vista.
El Mar de Alma de Cassia daba una agradable sensación otoñal, como si estuviera preparándose para la llegada del invierno. Alto en el cielo se alojaba una gran esfera, su Núcleo de Maná, generalmente era más brillante, pero ahora que tenía sus reservas casi vacías, solo emitía un tenue brillo.
Más lejos, se alzaba un pequeño pilar que parecía estar aún en obras.
Con un gesto de su mano, el pilar se movió hacia ella, ¿o ella se movió hacia el pilar? En su superficie tallada en hielo, se mostraba cada aspecto de su vida y su historia.
Desde su infancia, su adolescencia cuando se postuló por primera en una agencia de modelaje, cuando entró por primera vez en contacto con el mundo místico, como huyó de casa, como Despertó... todo.
El pilar siguió mostrándolo, mostrándola, cada uno de sus momentos con su hijo pequeño, su ascenso a actriz y modelo de éxito, cada uno de sus secretos y debilidades, cada emoción y sentimiento...
Sus ojos vagaron por el pilar, pasando los dedos por la superficie helada mientras continuaba observando, dejándose llevar por las imágenes a través de cada capítulo de su vida
Algunos recuerdos la llenaban de una mezcla de vergüenza y arrepentimiento, otros una cierta tristeza y melancolía. La serie de eventos mostraba continuamente todas esas etapas de su vida, desde lo bueno hasta lo malo.
Era fascinante y a la vez doloroso a la vista, como si estuviera presenciando un flashback de su vida pero con una mirada diferente, como si fuera su propia conciencia la que la observa retrospectivamente.
Con una risa irónica, Cassia estudió los anillos que sostenían la estructura del pilar, desde la base, el 9, hasta el casi formado anillo número 7.
Con más ironía en su sonrisa, recordó cuando realizó su Ritual de Otorgamiento hace ya tantos años.
En ese momento había creído ingenuamente que había sido bendecida con una poder sin igual, solo para descubrir más adelante que solo se había abierto la puerta para el Camino que debía recorrer de ahora en adelante.
Aun podía recordar su decepción y desilusión, el dolor de ser otorgada había sido él segundo dolor más fuerte en experimentar, pero solo la había encaminado.
También era curioso como cambió todo después de eso, pensó que tendría la vida resuelta y sin dificultades con sus poderes, pero de repente fue lanzada a un mundo mucho más grande que el de lo normal, mucho más peligroso y lleno de responsabilidades que le cambiaron la vida para siempre.
Con nostalgia en su mirada, Cassia observó su Núcleo de Maná, ya un poco más brillante gracias a la meditación.
"Nueve niveles, eh... diez si te pones estricto, pero eso es imposible."
A lo largo de la historia, varios humanos habían rezado a los dioses por sus bendiciones, pero se dieron cuenta que sus débiles cuerpos mortales eran incapaces de soportar una gran metamorfosis de golpe, por eso se habían creado los nueve niveles.
El Despertar, que constaba de 3 niveles, del 9 al 7. Allí los humanos dejaban de ser mundanos y comenzaban a ser algo más.
La Ascensión, de 2 niveles, 6 y 5. Allí los humanos comenzaban a comprender mejor el Camino hacia algo y a recorrerlo con mayor eficacia.
La Santidad, de 2 niveles, 4 y 3. Los humanos dejaban de ser totalmente humanos. Comenzaban a entender la grandeza del Mundo y lo pequeños que eran en comparación, comenzando a resonar con la esencia de su entorno.
Ángeles o Semidioses, los "últimos" pasos, 2 y 1. Ya en este punto se habían desecho de su piel mortal y se habían vuelto algo más, ya no simplemente resonando con su entorno, sino también imponiendo su voluntad sobre este y lo moldeaban a su antojo.
Más allá, estaban los Tronos Divinos, pero eso era ridículo, solo podía haber un Dios por cada camino, y ya que cada Camino nacía de un Dios, era imposible robar su puesto, después de todo, ¿cómo podría un simple mortal usurpar el trono de un Dios?
Lo más que uno podría aspirar en un futuro era ser un Santo. Y solo eso ya era considerablemente difícil.
Y ahí estaba Cassia White, en medio de lo sublime y lo simple, pero incapaz de avanzar más debido a su velocidad de digestión. Cassia ya tenía casi 17 años recorriendo su Camino, y apenas estaba a punto de Ascender. Y eso fue considerado rápido entre los otros Despertados.
Pero para intentar la Ascensión, debía tener suficientes puntos de contribución, presentar una solicitud para intentar la Ascensión, ser sometida a un examen psicológico y varias pruebas físicas antes de que se le considera el permiso para hacerlo.
Y solo eso duraba meses.
Por supuesto, también hubo quienes intentaron crecer por su propia fuerza, cultivando su propio poder y creando sus caminos, pero eso era mucho más difícil y prácticamente imposible.
Los nueve niveles representaban cada Cielo, pasar cada nivel era subir un Cielo, que un humano intente hacerlo por su cuenta era temerario, pero tonto.
Si con la ayuda de las Características externas de los dioses era tardado romper la barrera de un Cielo, hacerlo solo tardaba una eternidad.
En ese aspecto, Cassia tenía un poco de envidia de Noah. Aunque no supieron explicarle con precisión cuando fue forzada a unirse a los Despertados bajo el gobierno, se suponía que, como Niño Divino, Noah debería estar entre el nivel 3 y 2.
La escala del problema que provocó cuando era pequeño había sido definitivamente de nivel 2, pero nunca volvió a mostrar catástrofes de ese nivel.
El hecho de que estuviera en el rango de la Santidad solo con nacer era simplemente ridículo, imposible, algo que solo podía ser posible con su herencia divina.
Bueno, no eran realmente celos en sí, pero Cassia se sentía un poco mal por no poder estar al nivel de su hijo.
Con un suspiro resignado, Cassia salió de su Mar de Alma.
De vuelta en la realidad, abrió los ojos y se enfocó en su entorno nuevamente.
Noah seguía durmiendo en su regazo, con el ceño ligeramente fruncido.
Con calma, extendió la mano y tocó la frente de su hijo, alisando suavemente las arrugas de enojo que se estaban formando en su frente.
Cassia se sentó unos minutos en silencio observando cómo su hijo se relajaba nuevamente. Unos pocos minutos después, Noah abrió los ojos y miro a su madre, sintiéndose ligeramente avergonzado por haberse quedado dormido de esa manera,
"¿Tuviste un mal sueño?", le preguntó suavemente, levantando la mano para tocar su mejilla y acariciar su suave y pálida piel con su pulgar.
"No malo, solo recurrente..." Noah cerró los ojos y suspiró, disfrutando del tacto de su madre.