"Chicos, quienes ya tengan firmado el permiso de salida pueden entregármelos para que pueda hacérselos llegar al Sr. Wright."
En el alborotado salón de clases, como todas las mañanas, los estudiantes se movían de un lugar otro mientras esperaban el inicio de las clases. Ante el anuncio del delegado del grupo, algunos sacaron el permiso firmado de sus mochilas y caminaron hacia él para entregárselo.
"¿No vas a entregar el tuyo?", preguntó Julia al ver que Noah no hacía nada por levantarse.
Noah negó suavemente con la cabeza mientras suspiraba.
"No sé si ir."
"Vaya, ¿por qué no?", preguntó Julia con ligeramente sorpresa en su tono, mientras apoyaba su pequeña barbilla en sus manos "¿No estabas emocionado hasta ayer?"
Noah sonrió suavemente mientras se hundía ligeramente en su asiento.
"No recuerdo eso, de todas formas, probablemente me quede en la escuela o vaya directo a casa, no sé."
Julia ladeó ligeramente la cabeza. La verdad es que estaba secretamente agradecida con el repentino cambio de opinión de Noah, después de todo, ella no quería ir, y el único motivo por el iría era para vigilar a Noah.
Otros estudiantes que estaban cerca escucharon el intercambio entre Noah y Julia antes de intervenir.
"Sr. White... ¿no vas a ir?", preguntó una chica, ligeramente abatida.
Otras chicas hicieron coro a su pregunta, haciendo un círculo alrededor de Noah, quien esbozó una sonrisa incomoda por la repentina atención.
"No estoy seguro..." respondió con una pequeña risa.
Las preguntas y miradas de preocupación de las chicas hicieron que Noah se hundiera aún más en su asiento mientras su incomodidad crecía ligeramente a medida que el circulo se hacía más grande, cada chica tenía una expresión de decepción o tristeza mientras lo miraban como cachorros.
Noah trató de mantener su sonrisa, aunque era bastante difícil hacerlo.
"No puede ser..." suspiraron en coro.
"Bueno..." Una de las chicas que estaba por entregar el permiso al delegado de la clase, se retractó ligeramente. "Creo que yo tampoco voy a ir..."
"Ah..."
"Bueno... puede que yo tampoco..."
"Ahora que lo recuerdo... estoy algo baja en Química... tal vez me quede y tome clases extra."
"Bueno, yo podría ir directo a casa..."
"Cierto, salir temprano siempre es buena idea."
"¿Verdad? Creo que yo también iré directo a casa."
Las excusas se iban extendiendo entre las chicas, y uno a uno, varios estudiantes comenzaron a retractarse y a tomar de vuelta los permisos de las manos del delegado, dejándolo con una expresión plana y seca en el rostro.
Julia luchó por contener un suspiro ante la situación, haciéndose una idea clara del motivo de este efecto domino llamado Noah.
Al igual que ella, que iba para vigilar a Noah, la mayoría de chicas iba para poder intentar acercarse a él, mientras que los chicos iban para intentar acercarse a las chicas, entonces, sin un Noah en la ecuación, todo comenzó a desmoronarse y ya nadie quería ir.
Después de todo, sin Noah de por medio, ¿qué adolescente querría genuinamente ir a un museo?
"Sólo irán si voy, ¿eh?", bromeó Noah en su mente, sin ser consciente de la verdad en sus pensamientos.
"Chicos, chicos, relájense un poco", dijo el delegado mientras intentaba mantener el orden. "¿Por qué se retractan tan de repente?"
A pesar de su pregunta, sabía el motivo, pero creía que ninguna de las chicas se atrevería de decirlo en voz alta.
Un silencio incómodo se extendió entre los estudiantes, particularmente entre las chicas, quienes intercambiaron miradas nerviosas.
En el medio del creciente silencio incómodo, una estudiante se aclaró la garganta y finalmente respondió.
"Bueno, creo que simplemente... nos dimos cuenta de que no era tan interesante ir al museo después de todo."
"Cierto, cierto", varias chicas asintieron en apoyo.
"Yo quería ver algunas esculturas..."
"¿Mhm?" Noah ladeó la cabeza mientras sentía la mirada de la chica deslizarse sobre él.
"Pero creo que ya no es buena idea..."
"¿Esculturas como el Moái?", preguntó el delegado.
"N-No, no como el Moái", la voz de la chica tembló mientras un ligero rubor se apoderaba de su rostro, ya estaba arrepentida de haber hablado. "Algo más... divino, pero al parecer no habrá..."
Noah escuchó la conversación con creciente intriga, preguntándose quién podría tener tanta fascinación con las esculturas divinas. No sabía que las esculturas de las divinidades estaban de moda entre sus compañeros, por lo que decidió rebuscar en su mente, en la información que buscó el día anterior antes de ir a su cita con la Dra. Mary.
"Pero hay bastantes esculturas de las divinidades olímpicas", dijo con una sonrisa.
"Este bruto..."
"Torpe..."
"Cariño, mejor no hables."
Incapaz de leer los pensamientos de sus compañeros, Noah continuó: "Aunque la mayoría están en el Museo de la Acrópolis, el Museo Británico también tiene su propia colección."
Julia sintió un escalofrío recorrer su espalda ante las palabras de Noah. Sabía muy bien que él no tenía la menor idea del efecto que sus palabras tenían en las chicas, pero aun así intentó controlar las ganas que tenía de abalanzarse sobre Noah y taparle la boca con cinta adhesiva. Su Espíritu Guardián graznó antes de cubriese la cabeza con una ala.
"Entonces... ¿iras?", preguntó la misma chica, ligeramente esperanzada.
Otras chicas miraron a Noah con la misma emoción.
"Ah..." Noah se detuvo y su sonrisa se volvió ligeramente incomoda. "No lo sé, pero no creo que pueda."
La chica en cuestión se desinfló un poco ante la respuesta de Noah, aunque mantuvo la esperanza e inmediatamente comenzaron a surgir preguntas de diferentes chicas alrededor.
"¿Por qué no? ¿Tienes planes para hacer después de clases?"
"¿Necesitas ir a casa a hacer tus tareas?"
"¿O tienes una cita?"
El pecho de Noah se apretó. ¿Ir? Por supuesto que quería ir.
"Lo pensaré" Las palabras de su madre resonaron nuevamente en su mente. ¿Qué había que pensar? Noah ya había escuchado esas palabras muchas veces y siempre eran seguidas de largos días de espera hasta obtener un No como respuesta. ¿No sería mejor y más rápido negarse desde el principio en lugar de hacerle esto siempre?
Noah quería protestar, pero tenía que ser un buen hijo y no darle problemas a su madre.
"Para nada, simplemente no estoy seguro."
Por lo tanto, se limitó a sonreír.
***
"Urgh..." Noah se limpió las comisuras de los labios con el dorso de la mano antes de volver a sumergir su cabeza en el inodoro y soltar más del contenido de su estómago.
"Dios…" suspiró antes de dejarse caer hacia atrás. "Parezco bulímico…"
Con cansancio y un amargo sabor a bilis aun en su boca, se desplomó en el suelo y se apoyó contra la puerta del baño y echó la cabeza hacia atrás. Sentía como si sus órganos internos se hubieran alborotado en su interior y estuviera sufriendo uno de las peores resacas de su vida, y ni siquiera había tomado alcohol en su vida.
"Solo comí un poco… bueno, mucho", suspiró nuevamente. "¿Crees que la comida estaba en mal estado o es cosa mía?"
Naturalmente, la anguila acorazada no respondió, pero en algún momento había dejado de orbitarlo para verlo fijamente.
"¿Tú crees?" Noah soltó una pequeña risa. "Tienes razón, si fuera por la comida no sería el único aquí… debe ser otra cosa…"
"¿Qué?" Noah sonrió con diversión. "¿Asustado y estresado? ¿Por qué lo estaría?"
Noah rodó los ojos antes de intentar ponerse torpemente de pie sobre sus débiles piernas.
"Estas loco, amigo. No hay razón para que el gran Noah este asustado, mucho menos estresado."
Mientras lo hacía, el sabor amargo en la parte de atrás de su garganta lo volvió a golpear, empezando a despertar su náusea nuevamente.
"Mierda…" jadeó antes de caer pesadamente de rodillas nuevamente frente al inodoro.
"Urgh…"
La leal y silenciosa alucinación se mantuvo a su lado con cautela, pero sin moverse de su lugar.
Tardó varios minutos antes de poder salir del pequeño cubículo sin que las náuseas lo golpearan.
Tomándose su tiempo y usando todo su autocontrol, Noah se obligó a sí mismo a terminar de salir del cubículo y a caminar tambaleándose hasta uno de los lavabos.
Abrió el grifo y dejo correr el agua unos momentos para que se enfriase antes de meter su mano debajo de él, tomar un poco y salpicar su rostro con el líquido helado. Fue refrescante, pero también ligeramente doloroso.
"Joder…" maldijo entre jadeos. "Me quiero acostar."
Las nubes de la desorientación aún estaban en su mente, martillando con fuerza.
"Mi mochila… mochila…" Aun con el grifo abierto, Noah buscó a tientas su mochila.
"Gracias…" dijo con voz débil cuando la anguila acorazada le llevó su mochila, que había estado tirada en el suelo, sujetándola de las correas con la boca.
"… ¿Eh?"
Fue solo después de que tuvo la mochila en sus manos que Noah captó lo que había ocurrido. Su boca se abrió ligeramente y sus ojos se abrieron con pánico ante la escena.
Su anguila acorazada, su leal y esquiva alucinación, acababa de levantar y traerle su mochila como un cachorro obediente.
"¿Q-Qué…?", balbuceó mientras retrocedía frenéticamente, queriendo estar lo más lejos posible de la anguila acorazada.
"Mierda, mierda, mierda…" Noah intentó desesperadamente abrir su mochila, pero sus temblorosas manos hicieron de una simple tarea un desafío hercúleo.
"… ¿Dónde están… dónde están?", balbuceó luego de conseguir abrir su mochila. "Mierda, mierda… ¿¡Dónde estás!?"
Incapaz de mantener la calma, Noah vacío el contenido de su mochila sobre el suelo y comenzó a buscar desesperadamente su pastillero entre las cosas que ahora estaban en el suelo.
Comenzó a revolverlo todo entre las hojas, libros y bolígrafos mientras.
"¡Mierda, mierda, dónde te metiste!... ¡A-Aquí!"
Finalmente, Noah encontró el pequeño pastillero y lo sujetó fuertemente en sus manos con manos temblorosas, pero la tapa se resistía a abrirse.
"Mierda…" maldijo nuevamente entre dientes mientras luchaba con la tapa. "¿¡Quieres abrirte de una puta vez, por favor?!"
Por alguna razón, la tapa no cedía a sus intentos desesperados de abrirse, ni siquiera con las manos de Noah presionándola y apretándola con fuerza. A su lado, la anguila acorazada se agitó un poco, observando con ojos brillantes como luchaba con la botella en medio de su mini crisis nerviosa.
Cuando finalmente pudo librarse de la tapa, sus manos lo volvieron a traicionar, provocando que el pastillero cayera al suelo, derramando todas las pastillas en el suelo. Pero a Noah no le podrían importar menos esos detalles en este momento.
Con manos temblorosas y ojos frenéticos, tomó algunas de las pastillas y las metió en su boca antes de ponerse de pie apresuradamente e ir frente al grifo que seguía abierto.
Su mirada se detuvo en el chorro que salía del grifo, donde pequeños peces multicolor nadaban contra corriente. Los peces se movían contra el agua helada en círculos brillantes y desenfrenados, mientras se mezclaban con las coloridas burbujas de jabón para crear un extraño arcoíris líquido y espumoso.
Su propia imagen se reflejó levemente ese espumoso arcoíris que brotaba del grifo, aunque los ojos que reflejaban estaban desequilibrados y desencajados.
Incapaz de poner su mano debajo del chorro de agua, Noah mordió las pastillas antes de tragarlas con fuerza, sintiendo como algunos trozos grandes raspaban al bajar. Se agarró el borde del fregadero con tanta fuerza que sus puntas de los dedos se volvieron rosas, incluso blancas.
"Mierda… mierda, mierda… estoy bien, estoy bien…" repitió como mantra, en un intento de sosegar cualquier pensamiento innecesario.
Dentro de Noah, su Núcleo se agitaba con violencia ante la sustancia externa que intentaba adormecer sus sentidos. En lo profundo de su Mar de Alma, la tormenta se volvió cada vez más violenta, impidiendo la vista.
El polvo de los supresores cayó desde arriba en un intento de controlar la creciente ira de la tormenta, pero un pulso de maná del Núcleo enviado con lo último de su conciencia los barrido lejos en un instante, dejando el camino abierto para que la tormenta se siguiera gestando.
En el exterior, Noah se dobló sobre sus rodillas frente al fregadero al sentir como sus entrañas se revolvían, esta vez fue incluso más intensa, envolviéndolo con tal fuerza que sintió como su visión se volvió oscura por un breve momento.
"Mierda… mierda…. No, no, no… no, no, no…." El mantra de Noah se rompió con fuertes jadeos y estremecimientos. Era como si hubiera consumido algo venenoso, la forma en que su estómago se retorcía y revolvía, la forma en que el sabor amargo se apoderaba de su boca y garganta, la forma en que su visión empezaba a volverse borrosa de nuevo.
"No, no, no… mierda, por favor, no…"
Noah se quedó en el suelo en posición fetal, abrazando su cuerpo con fuerza, sin poder dejar de temblar.
"Estoy bien…" murmuró una y otra vez mientras sentía cómo la ira creciente le inundaba el estómago.