"Madam Cassia, ya tengo listo el análisis de la última sesión con Noah."
El parpado de Cassia tembló ante el honorifico, pero se contuvo mientras jugueteaba con las yemas de sus dedos.
"Antes solías terminarlo unas horas después de la sesión, ¿qué te tomó tanto tiempo esta vez?", preguntó en un tono calmado.
"Varios factores, desde la creciente inestabilidad mental de Noah, como la manera en que su voluntad somete la mía y me hace hacer y decir cosas que debería mantener para mí misma."
"¿Su voluntad?", preguntó Cassia con algo de confusión. "¿Algo así como fuerza de voluntad o fuertes agallas?"
"No, no es tanto eso..." La Dr. Mary consideró sus palabras por un momento, sin estar completamente segura de cómo explicarlo de manera en que ambas salieran de este lugar como humanas y no como Bestias Corruptas. "Como sabrás, tu hijo es un Niño Divino, el titulo no es solo para aparentar o presumir. Aunque una de sus mitades sea humana, la otra mitad es... bueno, eso. Mientras que los humanos buscamos la manera de ponernos en sintonía con el Mundo y buscar su cooperación a medida que nos volvemos más poderosos, los Seres Transcendentales son todo lo contrario, Ellos no buscan sintonía ni cooperación, Ellos dominan e imponen su voluntad sobre todo, ya sea sobre el Mundo o sobre nosotros."
Cassia escuchó atentamente las palabras de Mary, mientras su confusión pasaba de a poco a comprensión combinada de sorpresa y desagrado.
"¿Me estás diciendo que mi hijo tiene la capacidad de... controlarte?", inquirió con un poco de duda. "... ¿Estar en su presencia es como... cómo ser dominado e incluso controlado...?"
"Más o menos, esto es difícil de entender incluso para mí, después de todo, han sido pocos los Niños Divinos que han pisada esta tierra, siendo que el más reciente y famoso fue hace más de 2000 años."
Cassia se pasó una mano por el rostro, sintiéndose ligeramente exhausta.
"Pero hay algo que me preocupa", dijo Mary, llamando nuevamente la atención de Cassia. "En nuestras últimas sesiones él parecía mostrar mejoría, pero en la de ayer fue como volver al inicio... incluso más atrás. ¿Tienes idea de cual pudo ser el motivo?"
"No, no hay nada en especial además de lo que ya te mencione", respondió Cassia, cruzando un brazo sobre su estómago. La preocupación se reflejó claramente en su expresión mientras reflexionaba.
"Noah no ha tenido ninguna discusión, no ha cambiado su rutina, no ha habido nada que pueda haberle provocado este... retroceso..."
"¿Segura?", insistió Mary.
"Muy segura", asintió Cassia. "Noah se despierta temprano, come, sale a trotar, vuelve, se da un baño, come, se prepara para ir a la escuela, luego vuelve a casa, se da otro baño, come, hace tarea, juega con sus instrumentos, come, ve televisión o juega en su computadora o Dreamscape, come y se va dormir. Su día a día es tan monótono que resulta aburrido."
La Dra. Mary asintió ligeramente antes de preguntar: "¿Y en qué momento sale con sus amigos?"
"Noah ya los ve en la escuela, ¿para qué verlos de nuevo saliendo de ella?"
La Dra. Mary suspiró. "... ¿Pareja?"
Cassia se tensó ligeramente ante la pregunta y su expresión se tornó ligeramente irritada.
"¿Ese niño? ¡Por supuesto que no!", respondió casi inmediatamente. "Noah no necesita distraerse con esas cosas."
"Santo cielo, Madam Cassia..."
"¿Qué?" Cassia pareció ofendida por ese suspiro. "La mejor manera de disimular la existencia de un Niño Divino es actuar como si fuera un adolescente común-"
"Exacto", la Dra. Mary la interrumpió "Pero Noah es extraordinario en todo, apariencia, deporte, música, arte y académico. Nada en él es 'común', si lo que quieres es que al menos dé esa impresión, debería salir con amigos luego de clases, perderse hasta tarde con ellos en la calle, hacer revuelto, tener novia, escaparse de casa para ir a verla, olvidarse de que el mundo gira al rededor suyo y simplemente ser sin perderse, disfrutar de la vida y sufrir por ella, eso es un adolescente común. Madama Cassia, lo que me describiste antes no es la rutina de un adolescente común, es la rutina de alguien perfecto que sabe que es el centro del mundo y que todo existe solo para él y que no hay necesidad de mezclarse con chicos de su edad."
Como si alguien le hubiera abofeteado, Cassia se quedó callada, sin palabras. Sabía que Mary tenía razón, lo sabía demasiado bien. Pero aún se resistía a admitir que había cometido un error.
"Yo solo trato de protegerlo", replicó.
"¿Protegerlo manteniendo sus ojos y oídos vendados?" La Dra. Mary suspiró nuevamente. "De por sí ya es mala idea mantener a un niño mundano atado de la manera en que lo haces, ni hablar de un Niño Divino."
"Esa es la única forma de protegerlo-"
"¿Proteger a quién? ¿A Noah, o usted?"
Cassia dejó de gritar abruptamente, cerrando sus ojos y apretando los puños mientras su rostro pasaba por una serie de emociones antes de al final respirar hondo y volver a abrir sus ojos.
"...Lo hago por él", murmuró tras unos segundos en silencio.
"¿Y de quien lo protege?"
"De ellos..." Cassia dudó un momento antes de responder, pero se forzó a seguir hablando. "De los creyentes de Bóreas... de lo que pueda pasar allí afuera. Noah no sabe cómo defenderse, no sabe cómo funciona el mundo, él tiene miedo, es ingenuo y... es mejor mantenerlo atado que dejar que se vaya y se hunda en algo desconocido."
"¿Y quién fue quien lo volvió ingenuo e incapaz de protegerse?"
Y ahí estuvo, la pregunta que Cassia había temido desde el principio.
Dejando escapar un suspiro resignado, Cassia volvió a guardar silencio, incapaz de decir nada.
La Dra. Mary suspiró por milésima vez desde que inició esta charla, tenía tanto por decir, pero sabía que solo lograría el efecto contrario si lo decía.
"A partir de ahora, se prohíbe que Noah siga tomando supresores."
Ante esas palabras, los ojos de Cassia se abrieron con horror y pánico, pero la Dra. Mary no había terminado de hablar.
"El efecto ya no es el mismo y no lo volverá a ser, su psique humana está seriamente afectada, mientras que la Psique Divina comienza a superponerse y a Despertar del letargo que al que fue sometido."
"Pero... Pero él... " Cassia intentó encontrar palabras adecuadas para expresar su creciente histeria, pero, debido a la sorpresa y el pánico que sentía, no pudo hilar palabras coherentes.
"Tiene que haber algo más, algo para mantenerlo bajo control, si no, él-"
"Tu hijo no es un perro rabioso al que se necesite mantener bajo control."
"¡Lo sé!", respondió Cassia, con su frustración y pánico cada vez más visibles. "¡Sé que él no es un perro rabioso! ¡Sé que no es un animal! ¡Noah es mi todo, es mi única familia! ¡Mi única persona! ¡Sin él yo... yo...!"
"Madam Cassia."
"¡Lo sé! Pero es lo único que sé cómo hacer, ¡es lo único que creo saber hacer bien!", exclamó con desesperación. "¿¡Actuar!? ¿¡Modelar!? ¡Nada de eso importa si no tengo a Noah a mi lado!"
"¡Lo he hecho todo por él, y lo seguiré haciendo!", gritó Cassia, su hermoso rostro deformado por una mezcla de desesperación y miedo "¡Todo!"
"Madam Cassia."
"¿¡Qué!?"
"Mira tus manos."
"... ¿Mis manos?", la voz de Cassia dio paso a la confusión en ese momento, bajando la mirada para ver sus manos.
Otro grito de pánico salió de sus labios.
Sus manos normalmente pálidas y hermosas estaban teñidas de un azul-blancuzco translúcido y prácticamente se podía ver a través de ellas.
Como una infección, comenzó a extenderse de sus manos hasta más arriba de sus muñecas, sus uñas ya eran como cuchillas y su piel seguía cambiando, cada vez más rápido.
"No, no, no..." murmuró con pánico mientras su largo cabello negro se volvía cristalino y puntiagudo.
Signos de pérdida de control comenzaron a manifestarse en Cassia.
"Madam Cassia, respire", susurró la Dra. Mary mientras apagaba las luces del consultorio.
"Cierre los ojos y respire", su voz parecía envolver toda la sala y venir de todas las direcciones.
Silenciosamente, la Dra. Mary comenzó a aplicar Placidus en Cassia mientras ella obedecía sus indicaciones, inhalando con dificultad y soltando alientos temblorosos. Su garganta se sentía apretada y dolorida, pero se esforzó por seguir respirando, con el creciente pánico luchando por abrumarla.
Todo su ser estaba tenso y sus extremidades estaban rígidas.
Luego de unos minutos de constante aplicación de Placidus, se oyó un suspiro agotado de Cassia.
El azul translúcido desapareció lentamente de la piel de Cassia, volviendo a su color pálido y natural, mientras sus manos dejaban de temblar y su respiración se calmaba.
Ella aún se encontraba exhausta mientras intentaba recuperarse, pero su histeria había desaparecido por completo.
"Gracias..."
"No hay problema", respondió la Dra. Mary mientras volvía a encender las luces.
"... ¿Qué pasará cuándo él finalmente Despierte?", preguntó Cassia con cautela luego de recuperar algo de calma.
La Dra. Mary estudió su expresión por varios segundos antes de negar con la cabeza.
"No lo sé, intentar o tratar de llevarlo en contra de la dirección natural de su Despertar no servirá de nada. Cuando llegue ese momento, solo podremos intentar prepararlo lo mejor que podamos e intentar amortiguar el impacto tanto para él como para usted... Lo que sí sé es que no puede ser peor que lo ocurrió hace 11 años."
***
Cassia tenía una expresión de confusión en su rostro mientras observaba a su hijo poner la mesa con aterradora precisión.
"Uhhh, ¿qué es esto?", finalmente preguntó.
Noah terminó de colocar los cubiertos sin apartar la mirada de ellos, asegurándose de colocarlos con la perfecta distancia entre cada uno, antes de responder la pregunta de su madre.
"Cena", respondió brevemente con una sonrisa satisfecha.
Cassia lo miró con escepticismo antes de soltar una pequeña risa cansada.
"Eso lo puedo ver", dijo mientras rodeaba la mesa. "Pregunto por el motivo, es raro que tomes la delantera para cocinar, generalmente esperas a que yo llegue para te haga de cenar o directamente pides algo a domicilio."
La sonrisa complacida de Noah se transformó en una expresión ligeramente herida, aunque mantuvo su sonrisa firme mientras se encogía de hombros ligeramente.
"Simplemente sentí ganas de prepararlo hoy", respondió.
Se acercó a su madre y tomó su abrigo.
"Manos."
Cassia observó a su hijo con cierta confusión y sorpresa, pero con tantas cosas en su mente el día de hoy, solo suspirar y encogerse de hombros.
"De acuerdo, de acuerdo", respondió mientras se dirigía al baño.
Tras terminar de lavarse las manos y secarlas cuidadosamente, se observó brevemente al espejo, asegurándose de que su cabello estuviese impecable. Tras asegurarse de ello, se alejó del lavabo y volvió a salir del baño.
"¿Y qué has preparado?", preguntó Cassia luego de volver al comedor.
Sin previo aviso, el agradable aroma de los platos recién hechos inundó la cocina, provocando que la boca de Cassia salivara inconscientemente.
La sonrisa suave y agotada sonrisa de Noah no pasó desapercibida para Cassia, quien lo observó por un momento antes de bajar la vista y ver los platos.
"Huele delicioso", comentó antes de tomar asiento frente al plato que Noah había puesto para ella.
"Espero que sepa tan bien como huele", respondió Noah mientras se sentaba frente a su madre.
"Lo descubriré..."
Sin más palabras, tomó el tenedor y se llevó un bocado a la boca, cerrando los ojos para centrarse únicamente en el sabor del plato. Un suspiro de satisfacción salió de su garganta, mientras asentía con aprobación.
Cassia permitió que los sabores estallaran en su paladar durante unos momentos antes de volver a hablar.
"Mmmmh, está delicioso," admitió con suspiro de deleite.
Noah permaneció en silencio mientras cortaba un trozo del filete antes de pincharlo con el tenedor y llevárselo a los labios.
La carne prácticamente se derretía en su boca, inundando su lengua con sus deliciosos y tiernos jugos.
Con sus ojos ligeramente entrecerrados, parecía que sus largas pestañas revoloteaban con cada movimiento suyo antes de cortar otro pequeño trozo de carne y llevárselo a los labios.
Cassia no pudo evitar mirar a su hijo mientras él comía, observando su expresión relajada y absorta mientras saboreaba la comida.
"¿A dónde vino este repentino deseo de cocinar?"
Noah levantó la mirada de su plato.
"Estaba aburrido", respondió simplemente antes de volver su atención a su plato. "Bien me podría morir de aburrimiento si no hacía algo."
"Creo que nunca había escuchado que alguien estuviera tan aburrido como para tomar la iniciativa de cocinar."
Noah soltó otra risa, pero sin verdaderas ganas de participar en un charla.
Incapaz de notar la desgana de su hijo... o negándose a verla, Cassia continúo:
"Cielos, si sigues así tal vez debamos preocuparnos por tu salud. Imagínate, muerto por aburrimiento antes de cumplir los diecisiete."
Noah detuvo el tenedor que iba a sus labios al escuchar a su madre, levantando nuevamente la mirada para verla.
"Mi salud física siempre ha sido la mejor, lástima que no podamos decir lo mismo mi salud mental."
El tono broma de la conversación se esfumó repentinamente, si es que en algún momento llegó a existir. El rostro de Cassia se ensombreció ligeramente, y una expresión preocupada apareció en su rostro a medida que hablaba.
Cassia sintió una punzada de culpa ante las palabras de su hijo, la cual trató de desvanecer con una sonrisa ligeramente triste.
"Supongo que se podría decir lo mismo de mi salud mental también", murmuró, aunque se apresuró a cambiar de tema. "Pero tienes toda la razón, tu salud física siempre ha sido una maravilla. Un pequeño milagro genético, diríamos."
Noah soltó una risa, está vez un poco más sincera y divertida, pero la nota de esa risa hundió más el pecho de Cassia, haciendo que su culpa creciera con cada segundo.
Notando como su madre cerraba la boca, Noah volvió a lo suyo y se metió el trozo de carne a la boca.
Observando a su hijo comer nuevamente en silencio, un pensamiento cruzó la mente de Cassia:
¿Y si su hijo descubriera que su mente estaba así de inestable por culpa de ella?
¿Cómo reaccionaría?
¿Sería capaz de entender que todo fue por su bien...?
¿Pero por el bien de quién?
¿De Noah, que no tenía a nadie más que a su madre?
¿O de Cassia, que huyó de todo y temía quedarse sin su única ancla?