Noah observó en silencio el cielo oscuro desde el balcón de su habitación, cada estrella era como una pequeña y brillante luciérnaga que pululaban en el vasto e infinito manto negro mientras la fría y agradable brisa nocturna acariciaba su cabello y susurraba bellas promesas en su oído.
Ya habían pasado varios minutos desde que su madre volvió a su propia habitación.
Era extraño, pero sentado aquí, relajado y con la mente despejada, había algo casi hipnotizante, algo que relajaba todos sus músculos y tensiones.
Tras varios minutos, Noah soltó un suspiro relajado mientras cerraba ligeramente los ojos.
"No se siente tan mal."
Noah inhaló profundamente, dejando que el frío invadiera sus pulmones.
El frío era revitalizante. Su agradable caricia contra su cara era tan tierna y relajante que la tensión se escapaba de su cuerpo como el agua entre las manos, y sus músculos y nervios empezaban a relajarse.
Era extraño, pero el frío le hacía sentirse ligeramente más en paz consigo mismo. Como si el silencio de la noche fuese algo reconfortante y la brisa fuera una vieja amiga, como si la calma helada resonara con cada fibra del ser de Noah.
Noah volvió a abrir los ojos, y soltó el aliento. Observó por un momento las estrellas titilar en el cielo con los ojos ligeramente nublados.
Había un pequeño pensamiento en el fondo de su mente, como un pequeño recordatorio que intentaba sacar su cabeza del cielo y hacerlo regresar al mundo terrenal.
Las palabras de su madre seguían picando en su mente, tan molesto como un mosquito en verano.
"Aunque no es que haya experimentado muchos veranos", comentó con una pequeña risa.
Bueno, Noah jamás había experimentado realmente el verano, el cambio climático había provocado que las antiguas estaciones fueran reemplazadas solo por el invierno y el otoño, al menos en Europa y Asia. Con la temperatura más fría que antes y los veranos casi inexistentes.
A lo máximo había días templados durante el otoño, pero nunca caliente, lo cual no era algo que lo molestara. Prefería el frío y la nieve a los días calurosos y húmedos.
La vista de Noah fue desplazada de las estrellas titilantes a la Anguila Acorazada a su costado, provocando que un nudo se formara en su garganta.
Noah ya había perdido la cuenta de cuantas pastillas se tragó irresponsablemente, pero la alucinación se negaba a desaparecer.
Sintiendo su mirada sobre ella -¿él?-, la Anguila Acorazada giró su serpentino cuerpo para sostener la mirada de Noah.
"Mierda..." tragó audiblemente y se llevó una mano al bolsillo de su chaqueta, agarrándose al frasco de antidepresivos.
Ambos permanecieron en su silencioso concurso de miradas durante un buen rato antes de Noah soltara una risa por lo irreal de la situación.
"No vas a empezar a traerme mis cosas como un cachorro, ¿verdad?"
La esquiva alucinación permaneció en silencio, Noah no podía saber si la cosa no podía hablar o si se negaba a hacerlo.
Suspirando por la falta de palabras, Noah estiró tentativamente su mano hacia la Anguila Acorzada.
La alucinación no se movió mientras el brazo de Noah se acercaba, permaneciendo completamente quieta, como si estuviera hecha de piedra, o de lo que se supone que sea esa armadura de placas suya.
"... ¿Qué?"
Los ojos de Noah se abrieron ligeramente. Podría jurar que sintió como las yemas de sus dedos rozaban la superficie dura y plana de las placas acorazadas antes de su mano se hundiera en ella, como si estuviera tocando humo en lugar de algo sólido.
La sensación lo hizo estremecerse ligeramente mientras retiraba su mano con una expresión ligeramente confundida, observando su palma vacía con cierta incredulidad.
"Bueno, eso fue..." dudó, sin encontrar la palabra adecuada para describir la sensación.
Un toque que era tan sólido como el humo. Era simplemente extraño, y bastante desconcertante, por lo que no había una palabra capaz de describir correctamente esa sensación irreal.
Noah permaneció en silencio unos segundos antes de soltar una pequeña risa irónica.
"Bueno", comenzó con un atisbo de sonrisa en sus labios. "Supongo que estaremos bien siempre y cuando no te comportes al igual que el resto."
La alucinación no respondió, solo respondió con un silencio tenso.
Noah soltó un suspiro mientras se pasaba una mano por el cabello, mirando la Anguila Acorazada de arriba abajo, o tan arriba y abajo como era posible teniendo en cuenta que el alucinado tenía el aspecto de un gusano grande y acorazado.
"¿Quién sabe?", murmuró mientras apoyaba los codos sobre la baranda del balcón para luego descansar la cabeza en sus manos. "Tal vez estés aquí por algo súper importante."
Noah inhaló el aire nocturno una vez más.
"Supongo que debería ponerte un nombre." Su mirada se desplazó nuevamente por esquivo amigo. "Considerando que no tengas uno..."
"¿Entonces? ¿Lo tienes?"
La Anguila Acorazada simplemente permaneció en silencio, observándolo a través de la pequeña abertura de su casco con sus ojos inhumanablemente dorados.
"¿No vas a decirme nada?" preguntó, ligeramente frustrado.
Noah siseó un par de maldiciones antes de frotarse la frente.
"Condenado cerebro, además de enfermo, perezoso, ¿qué le cuesta hacer que la única alucinación que me medio agrada hable, eh?"
"Lo tomaré como un no..." murmuró, aunque no muy seguro. "Para empezar, debería saber que eres... ¿cómo se ve el sexo de las anguilas? Considerando que eso seas, claro."
Noah no tenía manera de saber qué diablos era su amigo imaginario, lo había estado llamando Anguila Acorazada puramente por conveniencia, bien podría ser una serpiente, pero por su grosor y la forma en la que serpenteaba por el aire lo llamó Anguila.
"Bien, como quieras." Tomó su teléfono y comenzó a buscar en internet sobre el tema. "Veamos... las hembras suelen ser de mayor tamaño que los machos, bla bla bla, tienen la piel recubierta de una secreción mucosa -que asquito- bla bla bla y viven más que los machos, ¿cómo diablos voy a saber la edad de este cretino si ni me habla?"
Noah siguió buscando durante varios minutos antes de soltar un suspiro de frustración ante el aburrido texto de las búsquedas, el teléfono simplemente no era de utilidad en eso.
"Ugh, es inútil", murmuró ante su fracaso mientras empezaba a revisar las imágenes.
La Anguila Acoraza continuo sin ofrecer respuesta alguna a la pregunta que no escuchó. Simplemente se quedó flotando cerca de Noah, como si estuviera esperando órdenes o algo por el estilo. Pero aparte de ser un buen acompañante, no aportaba nada.
Noah soltó un gemido exasperado antes de guardar su teléfono y estudiar al acorzado.
"Obviamente no estas recubierto por ninguna secreción mucosa, en cuanto a tamaño", volvió a suspirar. "Tienes el largo de un San Bernardo adulto, así que... bueno, a la mierda contigo."
Noah decidió que no era bueno martillarse tanto su cabeza. No tenía manera de saber si era hembra, macho o lo que sea, solo podía especular.
Con el tema del sexo decidido, Noah comenzó a buscar entre las características de su silencioso amigo para hallar un nombre que le quedara perfecto.
Lo primero y más notable eran sin duda esas placas que recubría su largo cuerpo que recordaban a una armadura gris.
"Hmmm." Se llevó un dedo a los labios y entrecerró los ojos.
"Titán Acora-", se detuvo con una pequeña risa antes de sacudir la cabeza. "No, olvídalo, demasiado simple."
Su mirada glacial recorrió el robusto y ágil cuerpo de la anguila. Si bien las placas eran notorias y sin duda lo primero que uno ve –si es que alguien más fuera capaz de verlo-, no era lo único. En los espacios entre cada placa se podía ver espacios de piel roja oscura además de brillantes ojos dorados.
"Espera..." Los ojos de Noah se abrieron de golpe cuando fue golpeado por la comprensión. "¿Cómo no lo vi antes?"
Se llevó una mano a la frente y se dio una pequeña palmada.
Rojo y dorado, dos colores tan simples pero tan significativos para el Noah de 10 años que se perdía horas y horas y viendo la televisión.
Cierto superhéroe vino a su mente.
"Pero..." Su mirada se agudizó y se volvió despectiva ante la anguila que se negaba a hablar. "¿Eres digno de ese nombre?"
El gran cuerpo serpentino de la acorazada anguila flotaba sin reacción ante la intensa mirada que Noah usaba para valorarlo.
El ser se veía impasible y calmado, como si no supiera o simplemente no le importara la comparación que Noah había hecho en su mente.
"Por supuesto que no lo eres", dijo con una pequeña risa, mientras sacudía la cabeza.
Ningún ser que no hablaba y se quedaba simplemente flotando podría merecer llevar nombre su velocista favorito.
"Necesitas algo más simple", murmuró para sí mismo mientras pasaba una mano por su rostro, el frío de la noche empezaba a sentirse en su piel mientras pensaba.
Noah pensó durante varios minutos, pero el nombre del hombre más veloz del mundo seguía apareciendo en su mente, dificultándole la tarea.
Noah se llevó una mano a la frente y soltó un pesado suspiro, empezaba a desesperarse. Tenía una palabra en la punta de la lengua, pero cada vez que intentaba decirla, la imagen de otro hombre aparecía en su mente.
"Ugh." Se frotó los ojos e intentó relajar su mente con varios lentos y profundos suspiros.
Intentó ordenar sus pensamientos, eliminando la imagen del velocista del traje rojo y botas doradas que cada vez que pensaba en un nombre para su acompañante automáticamente aparecía en su mente.
"Bien", suspiró derrotado. "Su nombre de superhéroe esta fuera de cuestión, ¿entiendes?"
Noah miró con una expresión seria al acorazado.
"Pero creo que podemos hacer algo... tal vez con su nombre de civil."
Si el nombre de superhéroe estaba descartado, su nombre de civil era la única opción que les quedaba, lo único que Noah estaba dispuesto a ceder.
Sosteniendo la mirada de la Anguila Acorazada, Noah enderezó su espalda por respeto al superhéroe.
"Allen", declaró finalmente.
Visible solo para la Anguila acorazada, los profundos y helados ojos de Noah brillaron como una estrella más en el cielo.
"(A partir de ahora, tu nombre será Allen.)"
Todo se volvió mortalmente silencioso y el cuerpo de Allen comenzó a brillar, emanando luz roja desde el espacio de cada placa de armadura.
Noah, con sus ojos aun brillando y una marca negra entre las cejas, observó con curiosidad el repentino brillo rojo emanado por las placas de la armadura de las que Allen estaba recubierto.
El resplandor era fuerte y de un tono rojo oscuro, como la sangre, que emitía un brillo tan cegador que Noah tuvo que proteger sus ojos con un brazo mientras observaba con cautela la escena.
El aire comenzó a vibrar con fuerza y el suelo bajo sus pies a temblar, casi como si estuviera asustado, pero Noah sintió como una brisa fría a acogedora se instalaba a su alrededor, protegiéndolo de la repentina subida de temperatura.
Las placas de la armadura de Allen vibraban, temblaban y caían de su cuerpo, todo su cuerpo se estremecía violentamente al mismo tiempo que se alargaba y el cielo se volvía rojo.
A medida que la violenta temperatura alrededor de Allen y el frio viento alrededor de Noah chocaban, extraños gruñidos, casi rugidos, reverberaron en el cielo.
Después de esos horribles rugidos, un agudo silencio se hizo presente acompañado de un repentino y potente estruendo.
El cielo enrojecido se iluminó con un blanco más cegador que el anterior, el fuerte estruendo siguió, acompañado de un agudo pitido en los oídos de Noah ante tal brusco y sorpresivo ruido.
"¡Coof Coof! Mierda..."
Solo cuando el cielo volvió a su oscuridad el clima a la normalidad, Noah dejó de cubrirse los ojos, solo para desear volver a hacerlo.
Frente a él se alzaba un imponente dragón rojo y dorado. De su inmensa cabeza brotaban dos cuernos que brillaban con un tono dorado celestial; sus escamas eran como fuego cristalizado, brillantes y ardientes; su frondosa melena brillaba como el sol naciente de la mañana, cada hebra era tan fuerte y brillante como gotas de sol al igual que sus largos bigotes.
Su largo e inmenso cuerpo serpenteaba entre el cielo y las casas del vecindario de manera majestuosa.
El joven no se atrevió a mover un músculo mientras observaba cada rasgo detalle de la criatura con la boca ligeramente abierta y los ojos desorbitados por el asombro.
"... ¿Allen?", balbuceó finalmente.
En respuesta, las fauces de la bestia se abrieron, dejando entrever las largas y afiladas hileras de colmillos de mármol, un gruñido salió de la garganta del dragón acompañado de un pequeño soplo de aliento que Noah pudo sentir en su rostro frío.
Noah soltó una risa seca. "... ¿Podemos olvidar que te llamé cretino?"