Simo e Isaac llegaron a un Jardín situado en el Barrio Celestial. El edificio era grandioso con un jardín extravagante.
En medio del jardín había una mesa para tres y un gran manzano.
—Uf. —Simo arrastró la silla detrás de él y se sentó.
Isaac lo siguió y se sentó en otra silla. Su cuerpo casi se hundió una vez que su trasero aterrizó en el cojín.
—¿Qué es este lugar? —preguntó Isaac una vez que estuvo sentado.
—Mi hogar —dijo Simo sin interés. Parecía algo desinteresado mientras miraba alrededor de su casa. Su morada sería la casa de ensueño para muchos.
—Oh, ¿vives aquí? —Isaac no lo esperaba. Pensaba que el Reino de Dios era como el nombre sugería, solo para Dios.
—No realmente —respondió Simo—, tengo mi propia residencia en el Reino de los Dioses, pero me gusta más el Reino del Invierno.
—¿Reino del Invierno? —Isaac frunció el ceño—. ¿Qué es eso?
—Cierto… No lo sabes realmente. —Simo tocó la mesa, debatiendo si debería decírselo.