Rey Oso

Leonel controló su velocidad. Era más que capaz de dejar atrás a los jóvenes que lo seguían a lo lejos, pero ¿eso le beneficiaría? Si acaso, lo pondría en peligro. No solo tenía que mantener su ritmo para que estuvieran delante de la marea de bestias, también necesitaba asegurarse de que pudieran permanecer juntos.

Con él al frente, tomaba en cuenta perfectamente las estadísticas de velocidad y resistencia de todos. A estas alturas, cualquier joven digno de ser parte de este grupo tenía un conjunto completo de estadísticas por encima de 1.00. Esto era más que suficiente para cruzar los 400 metros restantes en solo medio minuto.

Ya habían cruzado la mitad de la distancia antes de que la legión de bestias no pudiera permanecer inactiva por más tiempo. Leonel no sabía por qué seguían esperando, pero lo que sí tenía claro era que no querían que nadie entrara antes que ellos.

El oso dorado marrón dio un paso al frente, rugiendo como si estuviera dando una advertencia.