Leonel dirigió una mirada hacia Aina solo para encontrarla ya mirándolo de vuelta. Con una ligera inclinación de cabeza, avanzaron como uno solo, sus pasos ligeros y en sincronía.
El resto de las tropas continuaron avanzando lentamente. Aunque intercambiaron algunas miradas por la rareza de todo esto, no hicieron ningún otro movimiento. Algo como un comandante tomando la vanguardia era prácticamente inaudito, al menos en la historia moderna de la Tierra.
Sin embargo, Leonel les había dejado clara su plan. Un conteo de 250 no era mucho, especialmente en una guerra de esta escala. Donde yacía su beneficio es en el hecho de que todos eran guerreros de élite, todos capaces de luchar contra dos o tres por su cuenta. En tal caso, no solo era tal bosque el mejor terreno para ellos, sino que también presentaba una oportunidad única para volcar esta guerra de cabeza.