William miró el anillo en su dedo anular cuando la luz a su alrededor se esfumó. Todavía podía sentir el calor de Belle en su cuerpo y la dulzura persistente de su beso en sus labios.
El chico de cabellos rojos permanecía allí, aturdido y completamente ajeno a su entorno. Era como si intentara aferrarse al recuerdo de su amante imposible que ahora estaba mucho más allá de su alcance.
De repente, una leve tos lo sacó de su trance. William suspiró y levantó la cabeza para observar a la hermosa mujer frente a él, vestida con ropas de sacerdotisa.
—Felicidades por superar la Prueba de la Iluminación —dijo La Oráculo de la Cumbre de la Divinidad con una sonrisa—. Ven conmigo, nuestro Soberano quiere conversar contigo.
William asintió con la cabeza y siguió a La Oráculo. Quería conocer al Semidiós que gobernaba las Montañas Kyrintor y agradecerle personalmente por la oportunidad que le había sido concedida.