—¿Por qué siempre te disculpas por algo que no hiciste, Lexx?
—¿Qué dijiste? —preguntó él, captando mi atención mientras levantaba mi cabeza—. Justo ahora… ¿qué dijiste...?
—¿Su Majestad? —fruncí el ceño, perplejo por lo que lo había hecho mirarme sorprendido. ¿Dije algo ofensivo?
Esteban dejó escapar un débil escupitajo, sacudiendo levemente su cabeza—. Es… nada —pero no creía que fuera realmente nada, sin embargo, lo ignoré.
—Su Majestad, por favor perdone mi insolencia y mis acciones descorteses de ahora mismo —me incliné cortésmente, reconociendo mis acciones impertinentes hacia él—. Después de todo, él seguía siendo el rey.
—Me aseguraré de que no vuelva a suceder —dije—. Debo retirarme ahora.
Él tarareó una melodía baja, y me ayudé a levantarme. Realmente necesitaba regresar o Ramin estaría escupiendo fuegos; sería un milagro si la oficina entera no estuviera ardiendo ahora. Pero justo cuando di tres pasos apresurados, me detuve cuando Esteban llamó.