Reflejos Destrozados

Cole Fay era el tipo de hombre cuya presencia dominaba la habitación antes incluso de que hablara.

Su cabello plateado, del mismo tono llamativo que el de su padre, centelleaba bajo la suave iluminación, proyectando un resplandor casi etéreo a su alrededor.

Era imposible apartar la mirada; el contraste de sus marcadas y guapas facciones frente al mundano entorno hacía que todo lo demás pareciera desvanecerse, atenuándose en comparación con su radiante brillantez.

Sus ojos, esos ojos azules penetrantes, cortaban el aire con una mirada que podía derretir corazones y destrozar defensas al instante. No eran solo ojos; eran como fuego frío, ardiendo con una intensidad que hacía que tu pulso se acelerase, aunque suficientemente fríos como para congelarte en el sitio.

Una mirada suya se sentía como quedar desnudo, cada secreto expuesto bajo esa mirada penetrante.