Cole retiró su mano, como si el propio teléfono lo hubiera quemado.
—¿Por qué ahora?
—¿Por qué de repente sentía este vacío roedor, este doloroso agujero donde solía estar la presencia de Eve?
Siempre había sido indiferente, incluso frío, al punto de que la gente pensaba que no sentía absolutamente nada.
Pero Eve... Eve había sido diferente. Había permanecido en el trasfondo de su vida, siempre allí, como el ritmo constante de su propio latido.
Y ahora, sin ella, todo se sentía inconexo, como una canción a la que le falta su melodía.
—¿Pero era eso suficiente para actuar?
Cole se recostó hacia atrás, mirando el techo, el peso de sus pensamientos aplastándolo. No estaba seguro. Si no estaba seguro, entonces tal vez dejarla estar era la decisión correcta.
Quizás así era como debía terminar—ella alejándose, él encerrándose en la seguridad de su soledad.