Cole nunca había sido de los que entretienen coqueteos o se complacen en cortesías con mujeres, y su desinterés era evidente para todos.
Acercarse a él era arriesgarse a sufrir humillación pública, y nadie quería ser el siguiente en caer víctima de sus comentarios mordaces.
Así que las jóvenes damas, vestidas con sus mejores galas de diseñador, se conformaban con admirarlo desde lejos. Lanzaban miradas anhelantes en su dirección, susurrando entre ellas, preguntándose cómo sería captar su atención, aunque fuera por un momento.
Sin embargo, ninguna se atrevía a dar el primer paso. Las consecuencias de ser rechazadas por Cole Fay eran demasiado severas, especialmente frente a la élite reunida esa noche.
Mejor permanecer en silencio que enfrentar el rechazo en un escenario tan grandioso.