Feliz Cumpleaños

—Con un suspiro de arrepentimiento, la Reina Emilia puso una mano firme en el brazo de Raelan—. Vamos, Raelan. Eve, lo siento muchísimo. Descuida, me aseguraré de que mi nieto aprenda el respeto que claramente le falta.

—Hice una reverencia educada, pero Sinclair aún no había terminado. Dirigió una última mirada ardiente al príncipe.

—Sugiero que le enseñes algunos modales antes de soltarlo al mundo —dijo Sinclair, su voz baja y siseante—. Incluso mi perro Sebastián tiene un mejor entendimiento de la cortesía.

—Contuve una risa mientras la Reina Emilia se llevaba a su nieto, su rostro tenso con el más leve indicio de vergüenza.

—Aunque me daba pena la Reina, estaba claro que había consentido demasiado a Raelan, dejando que su arrogancia creciera sin control.

—Sabía que la disculpa de la Reina Emilia era sincera, pero en cuanto a disciplinar realmente a su nieto... eso parecía improbable. Raelan era su favorito, su indulgencia; Dudaba que realmente lo controlara.