Líneas Dibujadas en Azúcar

—Entonces... ¿vendrías si invitamos a Eve también? —preguntó Lily, lanzándome una sonrisa azucarada. La dulzura forzada de su voz apenas ocultaba la irritación que hervía debajo de ella, como una serpiente escondiendo sus colmillos.

Parpadeé, sorprendida. Espera... ¿por qué me arrastraban a esto? ¡No tenía nada que ver con su sesión de estudios!

—Si Eve va, entonces yo iré —dijo Daniel, con una expresión completamente inescrutable.

Mi mandíbula se desencajó. Espera... ¿¡QUÉ?! ¡¿POR QUÉ?!

El silencio que siguió fue ensordecedor. Podía sentir todos los ojos en la habitación sobre mí, la presión de sus miradas haciendo difícil pensar con claridad.

Mi mente se aceleraba intentando juntar las piezas de por qué Daniel diría eso, pero todo lo que se me ocurría era un vacío.

La sonrisa de Lily tembló en las comisuras, luchando por mantenerse. Estaba claro que ella tampoco había esperado esa respuesta. Sus ojos se desviaron hacia mí, entrecerrándose ligeramente.