—¡Oh—ah! —No pude contener mis gritos de placer mientras sus labios se aferraban a mi pecho, alternando entre suaves besos y mordiscos tiernos.
Mi espalda se arqueó sobre el suelo, presionándome más cerca de él, mi cuerpo suplicaba por más de su contacto. Sentía como si cada nervio estuviera en llamas, chispeando y crepitando de placer.
—C-Cole... —Logré decir su nombre entre jadeos, mi voz temblaba con una necesidad desesperada que no podía controlar. Nunca me había sentido así antes—como si mi cuerpo entero estuviera a punto de desmoronarse por el placer intenso que crecía dentro de mí.
—¿Te gusta eso? —preguntó él, su voz ruda y espesa de deseo. No esperó mi respuesta; en vez de eso, se movió al otro pecho, brindándole la misma atención. Su mano libre recorrió mi estómago, las yemas de sus dedos rozaban ligeramente sobre mi piel, haciéndome retorcer.
Luego sus dedos se deslizaron bajo la cintura de mis bragas, y solté un grito fuerte, mi cabeza se echó hacia atrás.