Un calor peligroso

—C-Cole —susurré, mi voz temblorosa—. Estaba lo suficientemente cerca para ver cómo sus ojos se entrecerraban, la intensidad en su mirada se transformaba en algo más oscuro, algo peligroso.

—Se tensó cuando me apreté contra su pecho, agarrando su camisa como si fuera lo único que me ataba a la realidad. Mi voz era una súplica rota, cruda y sin filtros.

—Cole... Quiero un beso.

—Eve... algo anda mal contigo —dijo Cole, su voz firme pero matizada con un toque de preocupación.

—Sabía que tenía razón. Algo estaba terriblemente mal. Pero en ese momento, no me importaba. Todo en lo que podía concentrarme era en el dolor insoportable que me consumía, exigiendo alivio.

—Rodeé su cuello más fuertemente con mis brazos, mis dedos se enredaban en el suave material de su camisa mientras lo acercaba más. Mi corazón latía como un tambor, marcando un ritmo frenético que parecía impulsarme hacia algo primal y abrumador.