La furia de un amante

—Estás chorreando de deseo por mí —murmuró Cole en voz baja contra la concha de mi oído mientras frotaba lentos círculos alrededor de los pliegues húmedos de mi sexo. Dos dedos gruesos se deslizaron fácilmente hacia adentro sin resistencia.

—No pude evitar soltar un gemido jadeante contra sus labios cuando bombeó esos dedos en mí dos veces antes de pellizcar y rodar un conjunto particularmente sensible de nervios entre el pulgar y el dedo índice.

—Estoy contando hasta que brotes sobre mi mano —murmuró y yo gemí, apretando su pene al unísono con el ritmo frenético de mi propio corazón.

—El gemido de respuesta de Cole resonó en el aire mientras se extraía de nuestro beso. —Tranquila, Eve... Hay mucho más por venir. —Lamió y succionó mis senos mientras bombeaba mi núcleo con vigor renovado.

—Mis manos mantuvieron su movimiento urgente en su pene mientras Cole continuaba volviéndome loca bajo su toque.