Debajo de la Fachada

Mientras llegábamos a la mesa, Kylie no soltó mi muñeca, manteniéndome cerca como si pudiera huir en cualquier momento. Señaló un asiento vacío a su lado. —¡Siéntate! Estábamos hablando de lo hermosa que se ve la mansión esta noche.

Me senté rígidamente, colocando mis manos en mi regazo para evitar que temblaran. Lo último que quería era mostrar algún signo de debilidad.

Jason permaneció en silencio, pero sus ocasionales miradas en mi dirección fueron suficientes para mantenerme alerta. Kylie, por su parte, charlaba como si nada hubiera pasado entre nosotros, como si no me hubiera traicionado de la peor manera posible.

—¿No se ve impresionante esta noche, Jason? —preguntó Kylie de repente, girándose hacia él con una sonrisa expectante.

Jason se aclaró la garganta, claramente sorprendido. —Eh, sí. Te ves... genial, Iraya.