Los celos de Eve

—¿Disfrutando de la atención, eh? —se rió con una carcajada rica en tono que hizo vacilar mi frustración—. Eres linda cuando estás celosa, ¿sabías eso?

—No estoy celosa.

—Claro que no —se burló, atrayéndome hacia él—. Pero no te preocupes. Sé cómo compensártelo.

—¿Ah sí? —alcé una ceja, intentando ignorar el calor que se extendía en mi pecho.

—Esta noche me ocuparé de ti —murmuró, su voz descendiendo a un tono que me hizo sonrojar—. Completamente. Me aseguraré de que quedes muy... satisfecha.

—Eres imposible —le di un golpecito en el pecho, intentando luchar contra la sonrisa que se dibujaba en mi rostro.

—Y eres mía. No lo olvides —se inclinó hacia abajo, dejando un beso en mi sien.

Por un momento, toda mi irritación se disolvió. Cole podría haber sido educado con Elena, pero él era mío. Y no tenía ninguna intención de dejar que ella, o alguien más, lo olvidara.