Una verdad esperando ser descubierta

—Deja de hacer pucheros, Fern. No te quedan bien.

La voz de Dean era calmada, casi divertida, pero Fern estaba lejos de estarlo. Miró a Dean con pura incredulidad, con los brazos cruzados mientras se recostaba en el coche.

—¿Que no me quedan bien los pucheros? —se burló Fern—. Nunca te había visto así antes, Dean. ¿Pasarte todo este trabajo por una chica? ¿De verdad te... gusta?

—Sí.

Sin vacilación. Sin pensar dos veces.

Solo una palabra—sólida, segura y definitiva.

Fern casi se ahoga con el aire. Se enderezó de golpe, mirando a Dean como si acabara de confesar un crimen. —Espera, ¿qué?! ¿De verdad te gusta? ¿En serio te gusta? ¿O es solo otra mujer que planeas mantener al margen?

El aire de la habitación cambió.

La expresión de Dean se oscureció en un instante, su mirada se volvió afilada como el acero. —No la compares con las demás. —Su voz era baja, mortalmente seria—. Eve es diferente.

Fern cerró la boca, atónito.

Dean estaba enojado.