Abigail intentó llamar a la tía Claudia varias veces en el camino, pero aún no pudo comunicarse.
Cuando llegó a la residencia Green, Pullan, que tenía un estatus especial, esperaba afuera. Abigail no fue a la casa principal sino que caminó hacia el pequeño edificio en la parte trasera. Antes de acercarse, escuchó un grito frío:
—¡Detente!
Abigail se detuvo, giró la cabeza y vio a Lincoln Green parado en los escalones, irradiando ira.
—No te importan las vidas de tu madre y tu hermana, y no regresaste a casa anoche. Abigail Green, realmente eres desalmada y sinvergüenza —Lincoln Green vio que Abigail permanecía inmóvil, pensando en las cosas que Rubí había dicho. Sintió aún más que esta hija se había vuelto irreconocible.