La profunda voz de Fu Hanchuan resonó:
—Shengsheng, si te gusta, come más.
Qin Sheng dirigió su mirada hacia Fu Hanchuan, encontrando el brillo de diversión en sus ojos. Aturdida, rápidamente bajó la vista. —Gracias, Hermano Fu.
Con una sonrisa tenue, la mirada de Fu Hanchuan se desvió hacia la delicada curva del lóbulo de la oreja de Qin Sheng, que sin duda estaba sonrojada.
Procedió a pelar otro camarón, colocándolo suavemente en su bol.
Después de pelar cuatro camarones, finalmente se detuvo.
Durante la cena, Qin Sheng no se atrevió a mirar a Fu Hanchuan. Sin embargo, sus ojos a menudo se desviaban hacia ella. Cada vez que notaba el leve rubor extendiéndose por sus orejas, sus labios se curvaban inconscientemente en una sonrisa.
Después de la comida, Qin Sheng, incapaz de enfrentarse a Fu Hanchuan, se retiró a su habitación. A diferencia de antes, cuando se quedaba con él en la sala, ahora se sentó frente a su computadora, intentando resolver el problema de memoria.