Capítulo 15: Sylvan, El Guardián del Abismo Verde
En las profundidades de los bosques boreales de Finlandia, donde los humanos rara vez se aventuran, existe una zona prohibida, conocida por los locales como "Korven Kirous", la Maldición del Bosque. Aquellos que cruzaban sus límites rara vez regresaban, y los que lo hacían, emergían con los ojos vacíos y la mente quebrada, sus cuerpos cubiertos de laceraciones de espinas y raíces que parecían haber crecido dentro de su carne.
El origen de esta pesadilla se remonta a hace décadas, cuando un grupo de soldados finlandeses, buscando crear un arma biológica para la guerra, realizaron un experimento monstruoso. Querían forzar a la naturaleza a ser su aliada, a convertir la vida en una herramienta de muerte. Para ello, capturaron a prisioneros de guerra y los sometieron a inyecciones con un suero creado a partir del ADN de los árboles más antiguos del bosque.
Uno de estos sujetos de prueba era un soldado caído en desgracia, un hombre cuya identidad se había borrado en los registros oficiales, marcado solo con el nombre código: "Sylvan". Nadie recuerda su verdadero rostro antes del experimento, porque el suero lo transformó por completo. Su carne se endureció, fusionándose con la corteza de los árboles, sus venas se convirtieron en lianas y su cabello en un nido de raíces vivientes. Sus huesos ya no eran humanos, sino madera negra, impenetrable, como si el bosque lo hubiera reclamado como propio.
El proceso fue un tormento indescriptible. Sus gritos resonaban en los laboratorios, mientras su piel se agrietaba y se abría para dar paso a ramas afiladas que brotaban de su espalda y brazos. Cuando los científicos vieron el resultado, intentaron encerrarlo, mantenerlo bajo control. No entendieron que ya no era suyo, que la naturaleza misma había despertado en él con un odio furioso contra sus creadores.
Sylvan se liberó una noche en una masacre silenciosa. No hubo disparos ni explosiones, solo el crujido de huesos aplastados por raíces implacables, el sonido de gargantas desgarradas por espinas. No dejó sobrevivientes. Los muros de la base fueron consumidos por enredaderas monstruosas, que treparon por las paredes como dedos de un dios antiguo reclamando su territorio.
Desde entonces, Sylvan se convirtió en la sombra del bosque, un guardián despiadado que protegía la tierra que una vez lo destruyó. No distingue entre invasores y exploradores; cualquiera que pise su dominio es un enemigo. Los cazadores desaparecen sin dejar rastro, sus restos absorbidos por la tierra. Soldados enviados a investigar son encontrados semanas después, sus cuerpos fusionados con los árboles, sus rostros congelados en expresiones de agonía eterna.
Pero no todo en Sylvan es furia. En lo más profundo de su ser, una voz humana aún susurra. A veces se detiene bajo la luna llena y se pregunta si alguna vez fue un hombre, si alguna vez tuvo un hogar, una familia. Pero estas memorias son como hojas en el viento, siempre fuera de su alcance.
Ahora, algo ha cambiado. Una presencia oscura se mueve en el mundo, reuniendo a los condenados, a los monstruos con corazones rotos. Una llamada que incluso Sylvan escucha. Y por primera vez en décadas, el Guardián del Abismo Verde abandona su bosque, siguiendo el eco de una nueva guerra que lo espera.