Joan estaba saliendo del colegio acompañado de Estefanía, una voz conocida se presenta ante sus oídos, guiado por la curiosidad se da vuelta y ve a Karen acercándose hacia ellos a pasos largos.
—Joan, espera, no te vayas, tengo que decir algo.
Ella se toma un pequeño tiempo para tomar aire y recuperarse.
—Nicolas está en una cita con Camila.
No hacía falta más palabras para entender lo que ella estaba planeado.
—Es cierto que Nicolás no sabe lo que Camila hizo con Estefi, pero tampoco no es que no sepa nada, ¿Por que se deja llevar así?.
Se preguntaba así mismo, tratando de deducir si estaba consciente o eran sus impulsos engañandolo.
—Tenemos que ir y detenerla, no creo que ella guste de Nicolás.
—¿Si, ya lo sé, sabes dónde están?.
—No, no me dijo nada.
—Bien, mañana voy a hablar con él.
Los tres se despiden y Karen toma caminos diferentes.
Joan mientras camina al lado de Estefanía la ve por arriba de su hombro, una mirada pícara en busca del porque siente esas emociones, todo se resume en una sonrisa que suelta a simple vista.
—¿Porque sonries?.
—Nada, solo estoy contento.
Llegan a una esquina donde Estefanía se frena y se despide de él, ella camina rumbo a su casa bajo el cielo nublado que le daba una escena triste al quien la viera pasar, cruza por una pequeña plaza desolada y ve a una persona que se le hacía muy familiar, ella se acerca.
—¿Nestor, que hace aquí?.
El hombre se pone de pie y la saluda con un solo movimiento de mano y una sonrisa brillosa presumiendo sus dientes al aire.
—¿Como estás? ¿Recién sales del colegio?.
—Si, estaba volviendo a casa. ¿Que hace aquí?.
—Vine por que tengo unas cosas que arreglar. ¿Cómo están tus hermanos?.
—Ellos están bien, Lorena trabaja casi todo el día y Bruno va al colegio.
Le responde a su inquietud mientras baja todo su peso en el banco sentándose a su lado.
—Me alegro que estén bien, me tenían preocupados.
—Ahora puede estar tranquilo.
¡Ah!, una cosa, logré conseguir amigos.
—¿Enserio? Te felicito, te dije que no te tenías que preocupar por eso, todo llega a su tiempo.
—Conocí a un chico y él fue quien me ayudó a tener amigos.
—¿Chico?.
—Si, me habló y yo estaba muy nerviosa, no sabia que hacer, cambiamos números y comenzamos a hablar, es super divertido y muy tranquilo, gracias a eso pude hacerme amigos.
Su sonrisa brillaba en la noche nublada, no podía evitar sonreír, con solo hablar de Joan su risa era inevitable.
—¿Es tu novio?.
—No, no lo es.
—¿Pero te gusta?.
—No, tampoco.
—Qué alivio entonces.
Suspira mientras las palabras salen junto a la preocupación que sentía.
—¿Estefi, aún tienes ese problema?.
—Si, aún me siento rara cuando alguien me toca. La verdad lo odio.
—Que mal, pensé que eso podría haber cambiado ahora que tienes amigos, creí que así te sentirías segura, ese problema te trajo muchos inconvenientes.
—Si, antes me preocupaba eso, no me toleraba, pero ahora ellos me aceptaron apesar de esto, con la única persona que no siento nada cuando me toca es Joan. Es raro.
—Tendrías que ir a un psicólogo.
—No tenemos dinero para pagar uno.
—Yo no dije que lo pagarán, lo hago yo.
—Ya hizo mucho, con salvarnos de ese lugar es más que suficiente para ganarse el cielo.
—No creo que sea perdonado solo por eso, cometí un error muy grande.
—Yo creo que usted ira al cielo, y yo lo estare esperando cuando llegue.
La conversación se interrumpe al escuchar el sonido de un celular, él lo saca y lo guarda inmediatamente.
—Me tengo que ir, me están esperando.
Estefanía se pone de pie y lo saluda tomando su distancia.
—Nos vemos a la noche, así me seguís contando sobre tus amigos.
Le dice al viento en voz alta para que llegue escuchar Estefanía mientras caminaba alejándose de ella.
Alex M. Martínez.