En la mañana, todos alistan sus cosas para irse, se sentía un sentimiento raro, como si ya no se volverían a ver más, la habían pasado tan bien que su mente le provocaba nostalgia , todos salen y se despiden del tío de Nicolás y Nicol.
—Tranquilos, ya vamos a planear de nuevo una juntada así y más larga aun.
—Nicolas tiene razón.
Todos suben al auto y parten de nuevo a la ciudad, a acostumbrarse de nuevo a la rutina.
De camino Estefanía se vuelve a dormir y cae sobre el hombro de Joan, él la miraba con pena por su pasado y se sentía orgulloso de haberla conocido por lo fuerte y valiente que había sido todo este tiempo.
Con cuidado le saca el pelo que le impedía ver su rostro, para verla bien de cerca, se sentía emocionado de presenciar este lindo momento y tenerla más cerca de lo que se podía imaginar.
Pasó un día desde que llegaron a sus casas.
Ivana interrogaba a su hijo con tantas preguntas a la vez que no alcanzaba a entender una que ella ya avanzaba cinco más, él estaba desempacando sus cosas y mientras hablaba con su madre, una carta con el nombre de Estefanía cae abajo de la cama, nunca se dio cuenta de esto ya que estaba concentrado hablando con su madre.
Luego de haber acomodado sus cosas se recuesta en su cama para darse tiempo para pensar, miraba las fotos que había tomado del viaje, miraba con dulzura la imagen de Estefanía, sonreía cada vez más, se reía, estaba tan feliz, se ponía a pensar en cómo decirle, las contras que le traería esas palabras y los beneficios que llegarían después, pasó varias horas solo en su habitación pensando, imaginando y armando su confesión, se pone de pie y sale de su casa rapido, comienza a caminar nervioso, su corazón le latía a grandes velocidades, estaba decidido a decirle de una vez por todas, no importa si lo rechazaba, no podía ocultarlo más.
–Nicolas tenía razón, si no se lo decía iba a cometer una locura, ¿que estoy haciendo? Yendo a su casa a estas horas, aunque son las ocho de la noche, pero igual es tarde, debería decirle "hola, creo que te olvidaste unas cosas en mi casa y quise traertela" no, no, no, no,
Buscaba en su bolsillo alguna excusa para llegar sin las manos vacías.
—No traigo nada para llegar con esa excusa, ¿que le puedo decir? Invitarla a comer a comer porque me dieron unos cupones , eso puede funcionar, y expiran hoy, eso, listo, debo caer con esa mentira y después de comer vamos a caminar y buscaré el momento, estoy tan nervioso.
Hablaba solo con su mente, su única compañía en esa noche, saca su celular para ver la hora y se encuentra con que Lorena lo había llamado dos veces, rápidamente le devuelve la llamada, pero no tenía crédito, guarda su celular y sigue su camino, con ideas solo puestas en Estefanía, había llegado el día en que él le dijera lo que sentía, todo lo que luchó por quedarse callado hoy le corresponderían a Estefanía quien tendrá la última palabra, ella decidirá darle vida a esos sentimientos tan cursis que estuvo escondiendo.
Su teléfono suena y lo saca, Lorena le hablaba en un tono agitado y preocupada, algo no andaba bien.
—¿Joan, estás con Estefi?.
—No, iba justo ahora a visitarla.
—Que mal, supongo que no leíste la carta.
—¿Que carta?.
—Escúcha, no te alteres, ella me dejó una carta donde se despedía de mi, me daba las gracias y que se iba lugar mejor, la carta también decía no abrir hasta mañana, tengo que encontrarla antes de que haga una locura.
Mientras escuchaba esas palabras una melodía melancólica comenzaba a sonar, le era tan familiar ese sonido, le hacía recordar aquella mañana donde la conoció, mira a su alrededor y no ve a nadie, levanta la mirada hacia un edificio y ve a una persona caminando por el borde de un balcón en un departamento abandonado.
Su mente se ponía en blanco y solo se dejaba llevar por la melodía que esa chica taradeaba, ya no escuchaba las palabras de Lorena, era solo él y esa música que parecía que lo mantenía cuerdo, desesperado entra en ese edificio abandonado memorizando el piso en donde se encontraba, comienza a patear las puertas tratando de convencerse de que esa chica no era Estefanía, no podía llegar, patea una puerta y ve a Estefanía parada en el borde tarareando esa melodía triste, todo lo que él rogaba para que no fuera la realidad fue en vano, sus temores se hicieron presente.
Alex M. Martínez.