El silencio en el Santuario de las Sombras era absoluto. La única luz en la cámara provenía del cristal de obsidiana, cuya superficie palpitaba como un corazón vivo, irradiando una energía oscura y seductora.
Kael, Lyra y Anya permanecían de pie ante el altar de piedra negra, con la sombra de Corvus a su lado. Sabían que estaban a punto de cruzar un umbral del que no habría retorno.
Corvus los observaron con la mirada de alguien que ya había visto este momento antes.
— El Caos no se doblega. No sé algo. Pero escucha. —Su voz resonó en la cámara—. No se puede controlar, pero se puede negociar.
Lyra entrecerró los ojos.
— ¿Negociar con el Caos? Eso suena como jugar con fuego.
Corvus aprueba.
— Siempre lo es.
El precio del pacto
Kael sintió una inquietud creciente.
— ¿Qué exige el Caos un cambio?
—Un sacrificio. —La voz de Corvus fue tajante—. Algo que realmente les importa. Algo que duela perder.
El ambiente se tensó.
Lyra fue la primera en hablar.
—Estoy dispuesta a dar mi vida.
Kael giró la cabeza hacia ella, el horror reflejado en su rostro.
-¡No!
Lyra lo miró fijamente, con una resolución inquebrantable.
—Si eso es lo que se necesita para salvar al mundo, estoy lista.
Antes de que Kael pudiera responder, Anya dio un paso adelante.
—Yo también.
Kael sintió una punzada en el pecho. ¿Por qué estaban tan dispuestas a morir?
-¡No! —su voz se quebró con furia—. ¡No puedo permitirlo!
Corvus los observaba en silencio, como un juez que espera el veredicto final.
—Si nadie está dispuesto a sacrificar lo que ama, el Caos no les dará respuestas.
Kael sintió el peso del momento aplastándolo. ¿Qué estaba dispuesto a entregar?
Cerró los ojos. Entonces lo vio.
El recuerdo de su padre, un guerrero del Caos, de pie en un campo de batalla ennegrecido por el fuego. Recordó su muerte. Recordó su rabia. Recordó cómo esa furia había sido su única guía durante años.
Y en ese instante, entendió lo que realmente debía sacrificar.
El Verdadero Sacrificio
Kael abrió los ojos.
— Estoy dispuesto a sacrificar mi pasado.
El eco de sus palabras parecía retumbar en la cámara.
—¿Tu pasado? —Susurró Lyra.
Kael respiró hondo.
—He vivido consumido por la rabia y el dolor. He dejado que mi historia me define. —Miró a Corvus—. Si el Caos quiere un sacrificio, le daré todo lo que soy. Le daré mi dolor, mi furia.
Corvus sonrió levemente.
—Eso es un sacrificio digno.
Sin dudarlo más, Kael extendió la mano y tocó el cristal.
El Santuario explotó en luz y sombra.
Y el pacto fue sellado.